“Quiero cantar hasta que yo decida parar”
La cantante e intérprete folclórica Nacha Roldán habla de su regreso a la provincia de Corrientes después de años de ausencia, de los artistas que la inspiran y del paso del tiempo.
75 años recién cumplidos, cuatro discos con lo mejor del folclore, formoseña criada en Corrientes, un gato que se llama Felipe, viajante del mundo y habitante de Buenos Aires. Apenas algunas de las muchísimas referencias hacia Nacha Roldán, artista argentina de reconocimiento internacional pero popular por elección. “El artista tiene que contactarse con todos”, le dice a Comunidad PAMI. “El artista anda por donde lo lleva el viento”.
-¿Y a usted por dónde la llevó ese viento?
-Me llevó por todos lados. Es importante para mí recorrer todos los lugares en los que se aprecie la música. Argentina, México, Brasil, Chile, Uruguay y hasta Japón.
-¿Siempre de a poco, no?
-Lento, sí. Lo mío no es tan atolondrado como para ir cantando por todos lados. Siempre fui lenta en mi vida artística. Siempre. La mayoría va de gira, y es cansador, estresante. Algo que no tolero, por la falta de costumbre. Siempre fui más… quieta. No me dejé llevar por esas cosas que a veces te exigen los representantes. No me presté a eso, me conozco, me canso en las expresiones que le brindo al público. Me doy cuenta de que me canso.
-¿En esto le ayuda el ser reconocida por el ambiente folclórico?
-Tengo un nombre pero soy popular. Tengo mi gente, la gente que me sigue y me conoce. No me preocupa el hecho de ser una estrella. Me dejo más llevar por lo que siento que por lo que tendría que ser. No me interesa llegar no sé a dónde. Me conformo con menos gente que me conozca pero prefiero lo que me gusta. En lo artístico, busco temas fuertes, que lleguen, y que además, por mi propia experiencia de vida, que las canciones que elijo interpretar tengan sentido, una historia fuerte. Sé que de esa manera voy a llegar a la gente y la gente va a sentir lo mismo. Todo para mí es pasión. Soy pasional, en definitiva. Por eso llego a la gente tanto hablando como cantando.
-Hace poco volvió a Corrientes para presentarte en la Fiesta Nacional del Chamamé. ¿Qué sintió al volver a su provincia después de casi diez años?
-Cuando estaba llegando y vi la cárcel, recordé que a mis 7 años cantaba ahí. Mi padre trabajaba en los Tribunales y entonces iba a la cárcel a llevar papeles, trámites. Mamá le decía que me lleve a cantar por ahí porque la tenía podrida (y se ríe). Entonces papá me llevaba y mientras él trabajaba yo cantaba y los pobres hombres tenían doble condena (vuelve a reírse). Pero me aplaudían y todo, eh. Corrientes, además, tiene esos mangos chiquitos que son mi perdición y que no se encuentran en otro lado. ¡Y el chipá! Cuesta conseguir en Buenos Aires un chipá como el de Corrientes. Ni hablar de la mermelada de guayaba y del dulce de mamón. Igual que la bananita de oro. Chiquitas y de un sabor que nada que ver con la banana que se consume en Buenos Aires. El problema es que son super perecederas.
-¿Le gusta recordar?
-Recuerdo con mucha alegría y cariño eso porque fue parte de mi infancia. Aunque esas cosas se van extinguiendo en la memoria, quieras o no. Me gustaría ir más seguido a cantar a Corrientes. Porque nací en Formosa pero me crié en Corrientes. También me recuerdo a los 14 o 15 años cantando en la radio de Corrientes, con músicos, porque entonces no tocaba bien la guitarra, y cantaba para una marca de vino que hacía de cortina musical. Cantaba Collar de caracolas, del Cholo Aguirre. Después anduve por el mundo cantando y conociendo poetas latinoamericanos que me alegraron. Probé otros estilos musicales, como el de Chico Buarque o Augusto Polo Campos, pero sin dejar el chamamé. En España, interpreté a Paco Ibañez. Obviamente, también a Alfredo Zitarrosa, que fue mi amigo. Interpretaba infinidad de temas que me venían como anillo al dedo.
-¿Por qué elije interpretar y no hacer sus canciones?
-No nací para mis propias canciones, mis propias letras. Si no lo hubiese hecho. En cambio admiro a los poetas y me hago dueña de las interpretaciones ajenas, porque me pongo en la piel del autor cuando canto. Varios artistas, como Mercedes Sosa, hacen eso. Nunca intenté exigirme en ese punto porque no sería más que una mediocre autora. Se ve que no tengo ese talento, nunca pensé en escribir sino en admirar lo que escuchaba y adaptarlo a mi repertorio.
-¿A quiénes admira?
-¡Son tantos! Admiro a Zitarrosa por sus obras y a otros poetas. Mercedes Sosa y Zitarrosa están entre los que más extraño. También Cafrune, Larralde, Falú. Muchos. Buenísimos compañeros que ya no están. Es injusto, porque son muchos, muchos más.
-¿Cuándo dejó de grabar discos?
-Cuando empezó lo de la tecnología actual. Me considero conforme con lo que grabé, a pesar de que fue poco. Pero en cada compact disc elegía un tema especial. No rellené nunca, lo mío era una búsqueda loca por encontrar cada una de las canciones. Cada tema fue cuidadosamente elegido. Desde 1993 no grabo. Me cuesta mucho grabar. En ese momento EMI Odeón no escatimaba en músicos. La orquesta de Requena, la del Tango de Buenos Aires, Falú y miles de personajes importantes. Pero hoy me cuesta encontrar temas que me gusten. No grabaría nada de lo nuevo, porque nada me impactó para llevar a un disco. No vas a encontrar cosas nuevas que tengan el mismo peso que lo viejo. Me costaría hacer algo nuevo.
-¿Sigue siendo Atahualpa Yupanqui un infaltable en su repertorio?
-Siempre empiezo con Atahualpa para darle seriedad a la situación. En todo repertorio debería haber al menos una canción suya. Cuando vas por el mundo un tema suyo tiene que ir. Además te lo piden. ¡En Japón me pidieron temas de Yupanqui! ¡La pucha!
-¿Qué uso le da a la tecnología?
-Ni me entero ni recurro a las tecnologías. Bastante macanas hice en mi vida como para hacer esas cosas. Me dan miedo ese tipo de cosas. No me gusta eso de que dejen comentarios en las redes sociales, por ejemplo. Prefiero vivir así, ignorando lo que se dice. Sé que se dicen cosas hermosas, porque me comentan, pero prefiero no alimentar mi ego.
-¿El ego es inseparable del artista?
-Indudablemente el artista que dice que no tiene ego, miente. El público te pone en algo superior. Pero sin embargo, al bajar del escenario somos iguales o menos que los demás. La gente te pone en un lugar en el que tenés que responder. Prefiero seguir con mi humildad. Humildad o ignorancia, no sé.
-Tiene 75 años y no para. ¿Por qué?
-El paso del tiempo no me representa. Mientras mi salud esté en condiciones, seguiré actuando. Cuido la salud. No me doy cuenta del paso del tiempo. Mientras mi cabeza siga funcionando y la garganta también…
-¿Hasta cuándo seguirá cantando?
-Mi anhelo es seguir cantando hasta decir basta, hasta decir basta. Como sea, hasta decir basta. En escenarios chicos, escenarios grandes. Siempre cantando lo que tengo en la memoria y lo que a la gente le produzca lo mismo que a mí.
-¿Hasta cuándo seguirá cantando?
-Mi anhelo es seguir cantando hasta decir basta, hasta decir basta. Como sea, hasta decir basta. En escenarios chicos, escenarios grandes. Siempre cantando lo que tengo en la memoria y lo que a la gente le produzca lo mismo que a mí.