LAS SEPARÓ EL NAZISMO, SE REENCONTRARON 82 AÑOS DESPUÉS
Esta es la historia de Ana María y Betty de 91 años. Cuando tenían 9, sus familias debieron escapar de Alemania. No se vieron más pero nunca dejaron de pensarse. Casi como un milagro, una desde Chile y la otra desde Estados Unidos, pudieron darse de manera virtual ese abrazo postergado.
Amigas de la infancia en Alemania, Ana María Wahrenberg y Betty Grebenschikoff se reencontraron de manera virtual después de 82 años. Paradojas de estos tiempos de encierro y sin encuentros. Junto a sus familias debieron huir tras el ascenso nazi. El Pogrom de noviembre de 1938, conocido como La Noche de los Cristales Rotos, fue el quiebre. En 1939 la familia de Ana María huyó a Chile y la de Betty a Shanghai, primero, Australia después y finalmente a los Estados Unidos. Tenían 9 años cuando compartían colegio, vecindario y juegos. “Jugábamos con muñecas, pero llegó un momento en el que no podíamos salir a la calle a jugar porque nos perseguían”, lamenta Ana María desde su casa chilena a través de una webcam. Del otro lado, emocionada, la escucha Betty, quien vive en los Estados Unidos. Además de ellas, cerca de 200 personas -entre las que se encuentra un integrante de Comunidad PAMI- siguieron la conversación de estas dos mujeres que hoy tienen 91 años.
La charla fue transmitida en vivo a través de Red LAES (Red Latinoamericana para la Enseñanza de la Shoá en Argentina, Brasil, Chile, Costa Rica, Guatemala, México, Panamá, Paraguay, Perú, Puerto Rico y Uruguay). La coordinó la psicoterapeuta, escritora y conferencista polaca-argentina Diana Wang. Ana María y Betty se buscaron a través de Google hasta que Betty descubrió que su amiga estaba viva. Ambas, con el tiempo, se habían cambiado los nombres. “Fue un milagro”, dice Betty. “No lo podía creer”, devuelve su amiga. La USC Shoah Foundation hizo la gestión para que se reencontraran de manera virtual en noviembre pasado.
Desde entonces, se comunican cada fin de semana. “¿Cuánta gente quedará por volver a juntarse?”, se pregunta Wang tras calificar este reencuentro como “milagroso”. “Yo misma siento que esto que vivieron ustedes es una evidencia de que tal vez, quién sabe, podemos reencontrar a alguna persona que creemos perdida. Esto que pasó nos abre, aunque sea, una pequeña ventana de esperanza”.
“Esta es una historia del triunfo de la amistad y del impacto de las tecnologías como forma de acercarnos a quienes más amamos”, resumió la Red LAES en un comunicado de prensa. En definitiva, es una noticia de esperanza que surgió durante la pandemia y que ayuda a encontrar aspectos positivos de esta crisis mundial.
La reunión entre Ana María y Betty se originó cuando Ita Gordon, una archivista del USC Shoah Foundation, escuchó el testimonio de Ana María en un evento online de conmemoración de la Noche de los Cristales Rotos organizado por la Red LAES, institución que se creó durante la pandemia ante el cierre temporal de centros culturales, museos y memoriales y que une a instituciones latinoamericanas para la enseñanza del Holocausto.
“Tenía una amiga en particular a la que siempre menciono cuando hablo sobre mi vida. Se llamaba Anna Marie Wahrenberg. Nunca supe qué pasó con ella y me pregunto si algún día escuchará esto. Era mi amiga, fuimos al colegio juntas desde muy pequeñas y jugábamos juntas. En 1939 nos tuvimos que despedir; mi familia se iba a China. Fue muy difícil porque éramos mejores amigas. Se suponía que nos escribiríamos pero nunca lo hicimos y nunca más volví a escuchar de ella. No sé lo que le pasó… quizás murió en la guerra, pero no estoy segura”, contó Betty en aquella charla.
Gordon buscó a Ana María en los más de 55.000 archivos del USC Shoah Foundation. No estaba en esa colección de testimonios, pero encontró a Betty Grebenschikoff. Lo que siguió fue una serie de intercambio de información para reunirlas entre la USC Shoah Foundation, el Museo del Holocausto de Florida, donde Betty es una activa participante, y el Museo Interactivo Judío de Chile, en el que Ana María trabaja como voluntaria.
“Este reencuentro me ha dado muchas energías. La vida tiene muchas etapas. Cuando llegás a la edad que tenemos nosotros no se espera nada fuera de lo común y de pronto pasan estas cosas. O sea, hay que dejar una ventanita abierta porque siempre pasa algo, algo bello. Aunque las dos hayamos vivido cosas difíciles, se nos abrió una nueva puerta que nos da otras energías. Y estamos, ahora, a los 91 años, empezando una nueva etapa de nuestras vidas. Es maravilloso”, resume Ana María.
Las amigas ya tienen todo armado para juntarse en Miami cuando pase la pandemia. Posiblemente en septiembre. No son las mismas que cuando se conocieron. Están más grandes, con más experiencias y con otros miedos. Pero estarán juntas.