“Hay que recordar para construir un mejor presente”
Lo dice la escritora cordobesa María Teresa Andruetto, premiada internacionalmente, que en diálogo con Comunidad PAMI cuenta sobre qué encuentra al charlar con chicos en edad escolar.
Aunque apenas se lo ve unos minutos, su sombra siempre está. El asesino y ex presidente de facto Jorge Videla lee un libro -posiblemente la Biblia- mientras el fiscal Julio César Strassera lee su alegato. Que terminará con el célebre “Nunca más”. Hablamos de Argentina, 1985, la película que ficciona cómo fueron los preparativos para llevar a juicio a los máximos responsables de las juntas militares que gobernaron al país desde 1976 a 1983.
María Teresa Andruetto es una escritora cordobesa multipremiada internacionalmente y defensora de aquello que tenga que ver con los derechos humanos. Si no leyeron nada de ella, va un consejo: busquen sus textos. En papel o en la web. Escribe libros para adultos y libros para chicos. De hecho, en 2012 ganó el premio Hans Christian Andersen. Algo así como el Nobel de la literatura infantil.
Tiene 69 años y vive en Sierras Chicas, Córdoba. “Cerca de Unquillo”, ubica a Comunidad PAMI al inicio de la charla. Detrás suyo se observa una biblioteca llena. “Esto no es todo. Hay más libros, por toda la casa”, sonríe como expresando que ahí, en esas lecturas, hay gran parte de su alegría. Se ven papeles, manuscritos y aquello que pueda relacionarse con la vida de una escritora. Antes, en otros tiempos, fue trabajadora de PAMI, en Córdoba. .
Tiene 69 años y vive en Sierras Chicas, Córdoba. “Cerca de Unquillo”, ubica a Comunidad PAMI al inicio de la charla. Detrás suyo se observa una biblioteca llena. “Esto no es todo. Hay más libros, por toda la casa”, sonríe como expresando que ahí, en esas lecturas, hay gran parte de su alegría. Se ven papeles, manuscritos y aquello que pueda relacionarse con la vida de una escritora. Antes, en otros tiempos, fue trabajadora de PAMI, en Córdoba.
-El trabajo en PAMI fue una bisagra en mi vida. Trabajé desde el 83 al 86 u 87, no recuerdo bien. Cuando lo dejé, empecé a dedicarme a la escritura.
-Trabajaste en PAMI en tiempos de transición dictadura-democracia. La dictadura es un tema recurrente en tus libros.
-La cuestión de la dictadura aparece en mis libros de varias formas. Hay una época de mi vida en que la dictadura me atraviesa, entre los 20 y 30 años, la etapa en la que uno de alguna forma arma su vida. No es que me propuse escribir sobre la dictadura, no hubo un programa. A veces el tema aparece. En el caso de (el relato) Los ahogados fui a una Feria del libro en Buenos Aires y en un stand, firmando libros para chicos, se acercó una persona de mi edad. Conversando sobre aquella época me contó que, en un verano y en una playa, aparecían unos cuerpos. Y que cuando terminó la dictadura supo de los vuelos de la muerte. Eso fue lo que me impactó. Siempre digo que los grandes asuntos son muy grandes para contar una historia. Para mí la mirada más efectiva para contar es algo que surja de lo pequeño, de un accidente, de algo casual. En este caso, a partir de la señora que me cuenta que aparecen los cuerpos en la orilla… Ese fue el punto de partida. Luego, en el ómnibus de Buenos Aires a Córdoba, me apareció esa frase “venían caminando desde el fondo de la noche”. Tiré muchas veces de esa frase. Y ya la pareja me parecía una pareja que se escondía. Eso se mezcla en una escritura, donde aparecen varias cuestiones. Aparecieron recuerdos de un río muy correntoso, cercano a mi casa. Un río en el que cada tanto se ahogaba alguien. Después apareció una frase de un amigo que estaba escondido en la época de la dictadura y bajaba a comprar algo a los almacenes del pueblo; y la almacenera le decía que tuviera cuidado porque había muchos comunistas. Así fui sumando cosas y todo eso lo metí en el cuento.
-¿Cuánto hay de la cabeza y cuánto de las sensaciones al escribir?
-No se escribe solo con la cabeza. Entran muchas cosas. Para mí la escritura es como una cocción: vas agregando, encontrás algo en la heladera y lo ponés, y así. Esos múltiples ingredientes que entran no por algo racional sino por una mezcla de casualidad, de recuerdos, le va dando densidad al relato.
-Los ahogados es un relato que combina tu escritura con la dictadura y el teatro. ¿Qué significa que la historia suba a los escenarios?
–Los ahogados tiene un formato sencillo de trasladar, con un solo actor que hace todo, Santiago San Paulo. Y se suma la experiencia del director, Carlos Piñero, quien trabajó en teatro para adultos con objetos. Santiago arma todo y es sucesivamente un caído, un ahogado, una almacenera, un militar, la mujer con el niño en brazos. Un trabajo corporal muy interesante. Gestionó mucho. Hizo varias giras. Lo hizo en centros clandestinos, en el ECUNHI; en el Olimpo, en Rosario. En lo personal, es un regalo de la vida que se cuente en un teatro a Los ahogados.
-A ver…
-Es que esos son espacios muy impresionantes. El teatro tiene una posibilidad de llegada más grande que el libro. Lamento de verdad que Los ahogados no se pueda leer en la increíble y bonita edición que hizo Babel Colombia, que tiene una ilustraciones de Daniel Rabanal, preso de la dictadura. Daniel hizo unas ilustraciones tremendas. Acá solo se puede leer en Página 12. Ese libro circula poco en Argentina porque la edición es colombiana. Hay muy pocos ejemplares. Pero con los libros es así. Cada libro tiene su historia, sus posibilidades.
-Hay una novela tuya que va a lo audiovisual, La mujer en cuestión.
-Está por salir un largometraje en base a La mujer en cuestión. Sería una alegría enorme llegar a tanto público a través de algo que escribí y puede contribuir a la concientización. Ya está muy avanzado, con un trabajo a pulmón de parte de mucha gente. He visto el trailer. Pronta a estrenarse.
-El 24 de marzo estuviste en Buenos Aires y marchaste. ¿Marchás cada 24 de marzo?
-Todos los 24 marchamos con mis hijas, mis nietos, en Córdoba. Cada 24 tengo actividades. También en las escuelas, cuando se trabaja la memoria en el mes de marzo: voy a escuelas a hablar de algún cuento mío relacionado con el tema. Siempre accedo a esas cosas. Este año nos concentramos en Buenos Aires en lugar de Córdoba, como hacemos siempre, porque presentamos la obra de Los ahogados en el ECUNHI. Pero en Córdoba seguiré participando de otras actividades relacionadas con la temática.
-¿Para qué sirve recordar?
-¿Para qué recordar…? Alguien me dijo que la memoria es el pasado que se pone de pie. Sirve recordar para no repetir y para vincularlo… No me interesa una memoria congelada en el pasado o de museo. Una memoria del pasado, del trauma social que vivimos y del que fuimos parte de alguna manera, mirando o siendo indiferentes… que ese pasado no sólo no se repita sino que nos ayude a construir un mejor presente. No sirve una memoria de museo. Las privatizaciones, la destrucción de la economía nacional, de los recursos naturales, la expropiación de las riquezas del país por parte de un sector, la aniquilación de una parte de una generación, son todos derivados de la dictadura. Lo de Edenor, lo de Edesur, el litio, la pesca, el Paraná, los puertos en manos de quiénes, todo eso se vincula con la dictadura. Entonces no hay que dejar aquella memoria encerradita en una vitrina de museo sino recordar para no olvidar y recordar para intervenir en el presente. Por eso es tan importante trabajar la memoria en las escuelas.
-¿Qué les decís, entre otras cosas, a los alumnos de las escuelas al referir la dictadura?
-Que no piensen en la dictadura en abstracto ni en grande, que por suerte ya se ocuparon de eso los juicios gracias a los trabajos de organismos de derechos humanos. La literatura, entonces, puede mirar más abajo, donde la Ley no puede llegar. Les digo que miren en lo próximo, en lo cercano. Que miren qué pasó en determinado pueblo, o qué pasó con el panadero preso que puede dar una charla, o qué pasó con el compromiso. Que hablen con sus padres, maestros, vecinos y profesores a ver cómo fue la dictadura en ese pueblo, en ese lugar, en esa escuela. No allá, arriba, en Buenos Aires, sino en los pequeños lugares, para entender que la dictadura atravesó todo el país.