“SOMOS VIEJOS Y LISTO”

Juan Carlos Ynchaurregui -Chalo para todo el mundo- no anda con eufemismos. Se ocupa de las personas mayores desde siempre, cuando un hecho que vio le cambió la vida. Hoy, a los 77, dirige un periódico virtual y asegura que lo que menos le gusta es que “nos obliguen a que seamos jóvenes”.

Juan Carlos Ynchaurregui -Chalo para todo el mundo– no anda con eufemismos. Se ocupa de las personas mayores desde siempre, cuando un hecho que vio le cambió la vida. Hoy, a los 77, dirige un periódico virtual y asegura que lo que menos le gusta es que “nos obliguen a que seamos jóvenes”.

El periodista y licenciado en Sociología Juan Carlos Ynchaurregui -Chalo, como pide que le digan-lleva cerca de cuarenta años dedicados a la vejez. Desde su diario Cosa de grandes, primero en papel y ahora en formato virtual, les da voz “a los viejos”, como los llama sin eufemismos.

A sus 77 años (13/12/43), Chalo reniega de calificativos comunes, del tipo “tercera edad”. “Somos viejos y listo”, sintetiza a Comunidad PAMI durante una charla vía web, desde su casa en la ciudad de La Plata.

Su experiencia lo pone en un lugar de privilegio al momento de pensar a la gente de su edad. Pero para llegar a esa experiencia hubo un quiebre.

Pienso en los viejos desde que era pibe, 10 años tendría. Iba a cruzar una calle en La Plata y un auto, de los de antes, que tenían un espacio considerable entre el paragolpes y el auto en sí, le agarró la pierna a un señor y lo tiró. Ese señor, que era grande para mí, porque yo era muy chico, quedó tirado en el piso y gritaba, dolorido, ‘mamita querida’. Me impactó tanto que pensé que cuando fuese grande iba a construir puentes en las esquinas para que los viejos pudiesen cruzar las calles sin correr riesgos. Ese hecho fue el detonante para que me dedique a esto”.

En 1983, con el regreso de la democracia, Chalo trabajó desde la política en relación a las personas mayores. Eran los tiempos de Alejandro Armendariz como gobernador. Fue en la Dirección de Mayores de la Provincia de Buenos Aires. “Presenté un proyecto social fantástico. Todavía se hablaba de ancianidad y pudimos imponer que se hable de la tercera edad. Un logro para aquella época. Nos fue tan bien que nunca hicimos política partidaria sino política social. Ahí empecé a entender la importancia de los medios de comunicación en relación a los viejos. Uso mucho la palabra viejos para no apelar a los eufemismos. No me gusta que siempre nos obliguen a que seamos jóvenes”.

Después llegó al periodismo. Empezó en la tele en La Plata. Un programa dedicado a los viejos. “Llevaba a los viejos al estudio y los ponía como protagonistas. Tenían su espacio para contar sus cosas”, recuerda. Los invitados encontraron un lugar público para mostrar sus artesanías o bailar o cantar. Chalo los presentaba. Luego Raúl Becerra, entonces gerente de programación de ATC (hoy TV Pública), lo convocó para incorporarse a un programa conducido por Juan Carlos Mareco. Viejos son los trapos, el nombre del programa. “Fue un éxito”, dice.

La posibilidad de la tele le había llegado en el momento justo. O en su segunda vida. Porque poco antes lo habían operado del corazón y los médicos no auguraban un buen pronóstico. «Decían que me iba a morir y acá estoy. En mi familia solían morirse de úlcera perforada o de infarto. Mi papá, por ejemplo, murió a los 56. Yo estoy operado por ambas patalogías. ¡Soy un sobreviviente!”, agrega con humor el padre de María de la Merced (46), Juan Carlos (45) y Juan Martín (42).

«Modernizarse es evolucionar. Cosas como ‘El rinconcito de los jubilados’ no van más. Inventan que el único problema que tenemos es el de la guita. El problema de la guita es importante, pero no es el único. Falta más construcción social para llegar a los viejos”, opina Chalo.

A la tele le continuó el proyecto del diario. Empezó con un pliego para abaratar costos. Lo hizo junto a un socio. Con la irrupción de las computadoras aprendió a diseñar y ya en los 2000 diseñaba, escribía y hasta sacaba las fotos. Un todoterreno. Visitaba centros de jubilados, entrevistaba a las personas mayores. Pero el papel se volvió tan caro que tuvo que apuntar a la web.

En estos tiempos sus seguidores le dan el presente en la web. A lo aprendido le suma el objetivo de promocionar mejor su trabajo. De momento, solo difunde por Facebook. Le falta aprender a manejar Instagram y Twitter. Y ya sabrá cómo manejarse con Zoom y WhatsApp.

En tanto, colabora con Carlos Moreno, Director de Promoción de Derechos de Personas Mayores de la Provincia de Buenos Aires. “Quiero recorrer la provincia para saber cuál es la situación de los viejos”, ansía Chalo, que no se queda quieto. Sigue trabajando con otras ideas. Las piensa, las desarrolla y las propone. Cuestiones comunes para él pueden ser un alerta. Por ejemplo: “Hay muchos problemas con las baldosas de La Plata. A nuestra edad no tenemos la movilidad de un tipo joven. Si tropezamos nos rompemos la cadera y si nos rompemos la cadera nos internan y además estamos con altas posibilidades de infectarnos por las lastimaduras de no poder movernos de la cama. De un problema de fácil solución puede salir uno grave”.

El laburo para los viejos es importantísimo”, analiza. Y entiende que el trabajo con las generaciones jóvenes es fundamental. “Sobre todo para aprender a usar las tecnologías”. Porque, cree, “no estamos aún capacitados para manejarlas”. Y opina que modernizarse es evolucionar: “Cosas como ‘El rinconcito de los jubilados’ no van más. Inventan que el único problema que tenemos es el de la guita. El problema de la guita es importante, pero no es el único. Falta más construcción social para llegar a los viejos”.

Chalo entiende que el mensaje social hacia los viejos debe ser alentador. “Tienen que decirnos que estamos todavía a tiempo de hacer cosas por nosotros mismos. Pero hay que ocuparse, porque la responsabilidad es nuestra”.

Somos -analiza al cerrar la charla- los padres de quienes están haciendo la Argentina de hoy. O sea, somos responsables de quienes hacen y harán nuestro país”.