LA CUARENTENA DE UN TANGUERO DE LEY

Pudo ser boxeador pero salió cantante. Cuando era pibe vivía en las calles de San Telmo: dormía donde podía y trabajaba en mercados de la zona. Conoció a Lázaro Koczi, el descubridor de José María Gatica, a Martín Karadagián y a más personajes de aquella Buenos Aires. Con el tiempo se volvió referente del tango. En cuarentena, se cuida y no se olvida de quienes peor la pasan. Con ustedes, Néstor Fabián. O José Cotelo, como dice su documento.

“¿Hacemos una nota por webcam?”, le propone Comunidad PAMI a Néstor Fabián. La idea es charlar acerca de cómo lleva la cuarentena por Covid 19. “A mí me dan una computadora y es lo mismo que una ametralladora: ni la toco”, responde por mensaje de WhatsApp. Finalmente, se hace a la vieja usanza: el teléfono de línea. Al día siguiente, en la charla, repasará su carrera artística, hablará de lo que hacía cuando aún no se había declarado la cuarentena y de qué piensa hacer una vez que esta medida permita el regreso de los espectáculos. Pero hay un tema que, de pronto, le hace estallar de entusiasmo: el boxeo. De ahí a los deportes. Boca, el tenis, Martín Karadagián y sus tiempos en los que se subía al ring. El deporte, a veces, sirve para saber cómo es una persona.

¿Cómo llevás la cuarentena?

Como todos: tratando de pasar este pandemonio que tenemos los argentinos y el mundo. Lógicamente, trato de hacerle caso a infectólogos y a quienes conocen más de este grave problema. Nos quedamos en casa. No hacemos compras todos los días. Donde hay cuatro personas, no me arrimo. Si hay cola, rajo, desaparezco. Vivo con mi hija Analía y mi nieta, Zoe. Cuando uno sale, dos se quedan. Hay que guardarse. Es lo principal. Peor están los que no tienen techo ni comida ni trabajo. Lamento mucho lo que le pasa a esa gente que está realmente mal. Y sobre todo los chicos, que la sufren. 

¿En qué momento te agarró la cuarentena?

Estaba en Mar del Plata, haciendo presentaciones. Y esperaba la reapertura de Michelángelo, en Buenos Aires, para mayo. Ahí me presenté cuando se abrió, fui uno de los primeros convocados. Estaba en refacción. Para mí era un orgullo volver a presentarme ahí. Estaba contratado desde noviembre del año pasado. Pero la pandemia acabó con todo. Restaurantes, espectáculos.

¿Qué es lo que más extrañás de la normalidad?

Las salidas. Tengo los amigos de los lunes, con los que nos juntábamos en la quinta de alguno o en el club Pedro Echagüe; otro tiene un hotel. Hace como 30 años que nos reunimos. La junta con amigos viene de los tiempos de la Sociedad de Diarios y Revistas. Había espectáculos, actuábamos. Al principio éramos 20. Conducía Antonio Carrizo. En el primer piso había un restaurante en el que nos juntábamos a comer. Hasta que quedó chico. Entonces íbamos a conocer otros lugares y probar comidas: pollo allá, tallarines acá, asado en tal lugar… y se hizo la de actores y de cantantes.

Tenés un balcón con una vista hermosa al Hipódromo de Palermo. ¿Qué ves desde ahí?

Gente que está agotada, que necesita salir. Desde este balcón veo a los chicos en patinetas, en patines, en bicicletas. Ver a los chicos divertirse, correr, es divino. También veo a los trabajadores del hipódromo. Los caballos que volvieron a correr. Es hermoso ver los entrenamientos desde esta casa en la que vivo hace más de veinte años.

¿Tenés alguna rutina?

Me acuesto a las 2 o 3 de la mañana, como mínimo, y me levanto a las 7. Desayuno y me acuesto otro ratito. Dormiré más o menos en total 8 horas diarias. Me recuesto a ver la televisión y me quedo de apolillo. Miro el Cantando 2020. Me gusta el cuarteto de chicas, Leiva, la bomba tucumana. También están los otros, que no me gustan: los que se creen que por estar en televisión tienen derecho a faltar el respeto a la gente. Todos tienen derecho a trabajar, pero sin faltar el respeto.

Estaba por decirte que se te escucha muy bien. ¿Te molesta que se te digan cosas como “qué bien que se te ve a a tus 81 años”?

No le doy bolilla a eso. Será que uno está dentro del ambiente artístico y siempre tiene que estar al pie del cañón. Cuando un artista está en su momento lo llaman para cualquier cosa, hasta para inaugurar un bidet. Pero cuando no está en su momento no lo llaman para nada. Hay gente increíble entre los mayores. Hace una semana me hizo un reportaje desde Bahía Blanca una persona de 92 años. Hablaba con una fluidez tremenda. Tenía potencia en su voz. ¡92 años! Me recordaba lo que yo hacía cuando iba a Bahía Blanca. Que iba a tal restaurante, qué comía, qué tomaba, dónde cantaba. Todo. Sabía todo. Eso es directamente un elogio. Porque hay personas jóvenes que no tienen esa memoria ni lucidez. O sea, no pasa por tercera edad, joven o mayor. ¿Te doy ejemplos?

Claro.

Winston Churchill. Gracias a él se paró una guerra. Gracias a César Pelli, el tucumano, se hizo uno de los edificios más grandes del mundo.

¿Cuál es tu método?

Yo me mantengo porque siempre tuve una conducta, un respeto por lo artístico. Cuando iba a los lugares de tango, que cariñosamente les decimos boliches, solo actuaba si iba con mis músicos. Una vez fui a un lugar que estaba de moda y noté que los grandes cantantes a los que admiraba cantaban con una guitarra y un bandoneón. Siempre el mismo sonido. Entonces, en un momento determinado apareció un folclorista mediocre, cantando mediocre. Y se destacaba porque su sonido era diferente. No era que cantaba mejor; era que tenía un sonido diferente. La gente estaba cansada del bandoneón y la guitarra, el bandoneón y la guitarra. Entonces, cuando me ofrecen cantar solo lo hago con mis músicos.

¿Cuál es tu relación con la tecnología?

Con eso no me meto. Soy un desastre con la compu. Me ayuda mi hija. Me gusta más leer. Truman Capote, hechos reales. Tengo la vida de Frank Sinatra. La no permitida, que siempre es mejor que la otra. Ahí se cuenta que se vino abajo totalmente cuando se cae el avión en el que viajaba su madre para verlo en un show en Las Vegas. Ese hecho emocional lo hace trastabillar y comenzó su caída. La mamá fue la que le enseñó cosas increíbles. Ella recibía a la gente que iba a los Estados Unidos desde Italia. Era un fenómeno, esa mujer. Cuando su hijo actuaba llevaba a su propia gente para que se desmaye. Eso lo creó la mamá. Ahora no. Ahora se hacen estrellas de un día para otro. Lo que ocurre con el artista es tremendo.

Sin embargo, te animaste a un streaming.

Así es (el sábado 3 de octubre). Pero fue bastante problemático. Era el primero que se hizo en la casa de Cacho Castaña. Había que tener una plataforma para conseguir la entrada. No anduvo bien. Felizmente tuve buen sonido, que para el artista, para el cantante, es primordial. Fui a la casa de Cacho y ya estaba todo instalado. También cantó Néstor Rolán. A la hora y media nos fuimos. 

¿Te gusta mirar deportes?

Soy de Boca: ¿cómo no me va a gustar mirar fútbol? Sigo mucho deporte. Me enganché con la Podoroska (Nadia, la tenista argentina que compitió con éxito en el último Roland Garros). La vida que tuvo esa chica. Hace dos meses  alquilaba un departamento y ahora se da el lujo de comprarse algo. Siempre el argentino tiene una alegría. Miro de todo. Boxeo.

El boxeo es una de tus pasiones

Cuando era pibe hice guantes con Obdulio Corro, en el Club Tacuarí, en Brasil entre Piedras y Tacuarí. Digo esto para ejercitar la memoria. Yo hacía guantes en La Misión de Marineros, en San Juan y Paseo Colón. Venían los barcos y ese era el lugar de esparcimiento de los marineros.

Te juntabas con Karadagián, ¿no?

Cuando yo trabajaba en una verdulería en el Mercado Proveedor del Sur, su papá era carnicero en otro mercado de la calle Cochabamba, que daba a Constitución. Yo llevaba verduras a la casa de Karadagián. Tenía dos hermanas que me adoptaron y me daban de todo: postres, de todo. Muchas veces iba a buscar un taxi para que él fuera al Luna Park. A veces me llevaba. Él fue un visionario. 

¿En qué sentido?

Llevó a un luchador que se llamaba Renato Molinari, con el cabello más abajo de los hombros. Subía al ring con un peinador y una capa, cosa que hoy es normal, pero en aquel entonces, que una persona apareciera así, ¡mamita mía! Violeta (Rivas, su esposa y cantante fallecida en 2018) y yo somos padrinos de un matrimonio igualitario. Así que esos temas a mi…

Estás por cumplir años: 82.

El 30 de noviembre, igual que Hugo del Carril, Hernán Salinas y Raúl Shaw Moreno (cantante de boleros boliviano). Me olvidaba de Churchill. También del 30 de noviembre. Me saqué fotos con todos menos con Churchill.

Bueno, no se puede todo.

¿Que no se puede? Cuando vaya arriba se la voy a pedir.