LA VIDA DE NORMA: 
UNA APUESTA A LA LUCHA Y AL AMOR

Norma Castillo y Ramona Arévalo se casaron legalmente en nuestro país tres meses antes de que se aprobara la Ley de Matrimonio Igualitario, de la que hoy se cumplen diez años. Una de sus protagonistas recuerda aquella historia con su compañera que abrió puentes y caminos. “Fuimos unas adelantadas”, dice orgullosa. 

“Hay que animarse a vivir sin las imposiciones sociales”, dice Norma Castillo, quien con Ramona Cachita Arévalo se convirtieron en el primer matrimonio homosexual legal de la Argentina, América Latina y El Caribe el 9 de abril de 2010.

Lo hicieron tres meses antes de la aprobación de la Ley de Matrimonio Igualitario, de la que hoy se cumplen diez años. Cachita falleció por una enfermedad cardíaca el 26 de octubre de 2018, cuando la pareja llevaba 38 años de relación. “Nunca la voy a olvidar. Si sigo luchando es por ella”, le dijo esta mañana a Comunidad PAMI con la voz quebrada por la emoción del recuerdo.“Es que el amor mueve al mundo. Ojalá que las nuevas generaciones sigan el camino del amor por sobre los mandatos sociales”, dice. Su vida y su lucha verán la luz en cuanto termine de escribir un libro ya muy avanzado.

Hoy Norma vive en una casa en el barrio porteño de Almagro. Es afiliada a PAMI, al que agradece el trato que siempre les brindó. Incluso destaca que gracias a la obra social Cachita pudo tratarse de su problema coronario. “Se operó en el Hospital Italiano. Salió todo bien, pero su problema estaba avanzado”, recuerda resignada. PAMI incluso las afilió antes de que la Ley de Matrimonio Igualitario fuese aprobada.

“Fuimos unas adelantadas”, reconoce al recordar la legalidad de su pareja. “Lo nuestro sirvió para cambiar un poco la idea de quienes nos acusaban de hacer orgías, bacanales y cosas degeneradas. La sociedad misma había trazado la idea de que las viejas y los viejos no tenemos sexualidad, principalmente si éramos mujeres. Cuando Cachita y yo nos convertimos en pareja, ser lesbiana era una cosa horrible, espantosa, que iba más allá del sexo. Nosotras ayudamos a cambiar esa idea”, dice. Y comenta que su ejemplo contribuyó a calmar dolores y miedos ajenos. “Una vez una mujer nos agradeció porque por nosotras podía ser feliz con su hija, que se había casado con otra chica. Sin dudas que ayudamos a cambiar sufrimiento por felicidad”.

Norma, de 77 años, y Cachita lucharon en diferentes frentes para asegurar la diversidad sexual. Se conocieron porque sus maridos eran primos. Se fueron de Argentina y se reencontraron en Colombia. Tenían 28 años pero empezaron su relación a lo 35. “Todo fue muy lento, a medida que nos íbamos enamorando”, recuerda. “Tratábamos de analizar lo que nos pasaba. Hay miles de millones de personas que sufrieron por ese tema. Entonces lo nuestro fue muy lento. Hasta el día que nos casamos pasaron 30 años”.

Dice que entre todo lo difícil de encarar su relación estaba el daño que le harían a sus allegados. “Hasta el día de hoy me duelen algunas cosas que pasaron, pero no fue mi culpa. Fue doloroso, también. Pero fue un dolor que se reivindica con el amor que pudo, después de muchos años, salir a la luz”.

“Estoy tratando de terminar de escribir un libro. Me falta poco. Ya tengo el título: El sendero oculto. O el hilo de Ariadna. Es nuestra historia. Desde que nacimos hasta que nos casamos. En la lectura también van a entender que se puede salir de los mandatos que nos imponen desde que nacemos, cuando nos dicen lo que tenemos que hacer y lo que no”.

Cuando se dio cuenta de que estaba enamorada de otra mujer, Norma quiso separarse de Julio, su marido, pero él se negó. Además estaba enfermo y no quería dejarlo en ese estado. “Entonces hice lo que hacen los hombres: viví casada y tuve una amante”. Julio falleció sin superar sus adicciones al alcohol y el cigarrillo. Cachita, en cambió, se separó cuando ya tenía a su hijo, Pablo Mario. “Su ex marido tiene 80 y pico de años y anda bien”, comenta. Norma aún tiene contacto con el hijo de Cachita. “Siempre tuvimos una buena relación. Así que nos vemos seguido. Con él y con su esposa”. 

La maternidad nunca fue un tema a concretar para Norma. Porque a sus seis años vio a su abuela llorar por su hermanito recién nacido. “Fue tal el dolor que nunca quise tener hijos”, recuerda ahora que le salta la imagen de esa abuela que quería al varoncito. “Un día le dije a mi mamá que si quería un nieto iba a tener que esperar a mi otra hermana. En mi familia consideraban que las mujeres debían estar al servicio de los hombres”. Y agrega: “No tuve hijos biológicos pero trabajé diez años en el Hospital de Niños de La Plata. Trabajé, curé y lloré a esos niños. Con eso fue suficiente”.

Cachita y Norma vivieron en Colombia, donde abrieron una disco gay. Volvieron a la Argentina a mediados de los 90. “Vivíamos bien en Colombia. Teníamos mucho trabajo. Pero decidimos volver para luchar por los derechos. Siempre fuimos de dar y dar y dar. Dimos todo”. 

Del pasado reciente extraña el centro de jubilados de Parque Chas que que administraba junto a otras compañeras y que debieron desalojar después de que las estafaran. En 2017 el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires tomó posesión de la propiedad que no tenía herederos. 

Norma expresa aún el orgullo que siente al ser tenida en cuenta por PAMI. Las dos teníamos PAMI. El primer carnet de PAMI por cónyuge de matrimonio igualitario fue el nuestro”, dice orgullosa. 

“Gracias a ese carnet Cachita pudo operarse de la válvula aórtica en el Italiano. Lo que no se pudo evitar fue el avance de la enfermedad. Salió del hospital y vivió gracias al cambio de válvula unos años más. Pero tenía un problema genético. Nunca se recuperó del todo. Se cayó, se fracturó la cadera…”, murmura mientras le asoman las lágrimas.

Norma siente que encontró en la lucha un objetivo para vivir. De su experiencia agrega que “fue difícil” y que en su momento se enojó al sentir lo que sentía, pero una vez que asumió su orientación sexual todo cambió. “Es mucha la gente que todavía no se atreve. Mucha gente mayor. En eso hay que tomar conciencia. Hay que apostar al amor. Hay quienes creen que a los mayores no les interesa el sexo. Y están por demás equivocados”.