Julio Pardo: toda una vida a máxima velocidad
Julio Pardo corre por los puntos en el autódromo y le mete mano a las reparaciones de piezas de autos en su taller. A pesar de los años nada detiene su pasión: “Mientras el físico me dé…”, dice.
“Me gusta manejar, me gusta correr en los autódromos. Me gusta vivir el clima de cada domingo de carreras. Es lo que hice toda mi vida”. Julio Pardo tiene 82 años (31/5/40), es mecánico y prepara su Fiat 147 en su taller de Floresta para competir en el Turismo Zonal Pista Clase 2 B. Fue campeón de la temporada 2020/2021. En la pista, resume, está su felicidad: “Hago esto porque me gusta. Es una pasión correr, reparar el auto y volver a correr. Mientras el físico me dé…”, le dice a Comunidad PAMI.
La mañana de esta entrevista Pardo anda a las apuradas. Tiene que terminar una leva y mandarla a Trelew. Cuenta que por suerte no le falta trabajo. Y que a su edad se siente privilegiado de estar en condiciones de trabajar: “Algo habré hecho bien como para que sigan confiando en mí cuando necesitan piezas de autos”.
-¿Desde cuándo se siente corredor, Julio?
-De chico soñaba con tener un auto de carrera. En el 66 lo pude tener. Pero estoy en la mecánica desde antes. A mis 8 años, cuando perdí a mi padre, empecé a trabajar en la mecánica de autos. El dueño de ése taller tuvo que cerrarlo pero me dio herramientas para que tenga mi propio empleo. Así que a los 14 ya tenía mi taller.
-¿Hoy además de hacer piezas repara autos?
-Ya no reparo autos particulares. Podría hacerlo, pero no me habilitan. ¿Será porque estoy jubilado? No lo sé. Tengo experiencia. Preparé autos en todo el país; en Salta, Jujuy, Tierra del Fuego, Santa Fe, La Rioja. Incluso en otros países, como Chile y Brasil. Lo que hago ahora es porque lo que me piden, porque no me puedo negar. Pero además me dedico a preparar mi auto de carreras.
-¿De dónde te viene eso?
-Lo sufrí con mi mamá y me marcó. Mi miedo a morirme me hacía pensar que no iba a pasar la edad de mi madre, 38 años. Aún hoy hablo mucho del tema; con mi hija lo hablo todo el tiempo. Trato de entender que la muerte es parte de la vida pero no me calma.
-¿Cómo es la categoría en la que correo?
-Es una categoría que se modernizó. Yo corro con mi Fiat 147, pero también hay Fiat 128, por ejemplo. También estuve en el TC 2000. Y toda mi vida competí en el Turismo Nacional. Hace 56 años que corro.
-¿No le da miedo la velocidad en un autódromo?
-Noooooooo. No tengo miedo. Son muchos años corriendo. Al contrario, disfruto mucho de hacer lo que hago. Tengo la misma pasión que tenía al empezar. Mientras me responda el auto…
-¿Maneja en la calle?
-Si. Pero el tráfico actual está mal porque cada vez hay más autos. A veces aparece un loco a 150 kms. por hora en una avenida. Pero yo respeto las normas de tránsito: 40 en la calle y 50 en las avenidas. El otro día una diputada decía que hay que bajar la velocidad permitida. ¡No se puede! Sería como ir caminando. Porque haya un loco que va a 150 no tenemos la culpa los otros millones que respetamos las normas. La solución no es castigar a todos sino al que hace daño. ¿Si uno roba vamos a meter a todos en la cárcel? No. Hay que corregir al que hace las cosas mal.
-¿A qué velocidades va en el autódromo?
He llegado a los 200, pero no es peligroso porque vamos todos para el mismo lado.
-¿Compite con gente de su misma edad?
-No, corro con pibes de 17 o 18 años. El más grande soy yo. Y me gusta, lo disfruto. Corremos en Buenos Aires, en 9 de julio. Vamos viendo. No siempre se puede. A veces es costoso viajar a correr. Cuando corría en Turismo Nacional competía en todo el país. Después fui presidente de la categoría y dejé de correr.
-¿Cómo lo tratan en el ambiente?
-Hay admiración mutua. Lo más lindo que logré con el automovilismo es la amistad. Todos me dicen Julito; y si te dicen Julito es porque te quieren. Me llevo bien con todo el mundo. Me gustaría hacer más cosas, pero este es un deporte caro. No tengo publicidad y hoy sin publicidad no se corre. En una época corríamos y nos daban los premios, un cheque, y ahora somos nosotros los que pagamos para correr. Se desvirtuó demasiado el asunto. Se gasta mucha plata en las carreras. Antes se gastaba menos y además te pagaban. En TC 2000 hasta teníamos viáticos.
-¿Cuánto cuesta correr en una categoría como la suya?
-Hay que invertir, de base, 100 mil pesos por carrera. Sólo las gomas cuestan 24 mil pesos. A veces duran más de una carrera, pero no en las mejores condiciones. Hay que poner gomas nuevas para cada carrera. Si corrés con gomas emparchadas no es lo mismo.
-¿Quiénes colaboran con usted para correr?
-Sobre todo mi familia, que es muy grande: tengo seis hijos, catorce nietos y tres bisnietos. Todos fanáticos del abuelo. Mis hijos manejan las redes sociales. También está Pablo, que me ayuda en el taller. Es como un séptimo hijo para mí y como un hermano para mis hijos. Ellos disfrutan de verme correr. A veces no pueden ir al autódromo porque hay un límite de espectadores por la pandemia. Ojalá que puedan volver todos.
-¿Cómo es un domingo de carreras?
-Empieza cuando vienen los chicos. A las 7 ya estamos en el autódromo, porque hay que hacer la revisión técnica. Eso es lo que no me gusta: correr como un desesperado para llegar a horario. Antes era más tranquilo el tema. Se clasificaba el sábado y el domingo se corría. Ahora, como los sábados hay muchas categorías, se hace todo el domingo. Es cansador. Pero volviendo a tu pregunta, somos un equipo con mi familia. Una de mis hijas siempre trae la comida, la cafetera.
-¿Vive solo?
-Si. Uno de mis hijos viene seguido a darme una mano.
-¿Hay algún detalle especialmente necesario para ganar una carrera?
-Varios. Siempre digo que hay que respetar a todos los pilotos. Siempre. Pero la única forma de ganar una carrera es con trabajo. El triunfo es el premio al trabajo. Si uno quiere hacer las cosas bien y no se ocupa del auto, el auto no va a estar en condiciones. Hay que trabajar todo el tiempo para mejorar.
-¿Piensa mucho en la edad, Julio?
-No, para nada. Sólo pienso en hacer las cosas que me mantienen en movimiento. Mientras me dé el cuero… No sé cómo explicarlo… tengo ganas de hacer cosas. Me gusta lo que hago. Hacer una leva, me gusta. Así que no, no pienso en la edad. Sigo como si nada fuera. No sé por qué. Por ejemplo, cuando empezó la pandemia no pudimos correr y lo que hice fue armar y desarmar el auto para entretenerme porque no quería estar en casa sin hacer nada. Siempre hice algo para entretenerme. Me considero un afortunado y le deseo lo mismo a todo el mundo.
-¿La gente suele sorprenderse al verlo competir, con 82 años?
-“No podemos creer que corras a esta edad”, me dicen. Y yo digo: querer es poder. Si a uno le gusta algo, lo disfruta. No mido la edad. No me doy cuenta. Me siento bien y listo. Me tiro abajo del auto y laburo como si tuviera 15 años. Sólo tengo ayuda para las carreras. Cuando tengo que hacer algo en el taller no me ayuda nadie.
-¿Los hermanos Gálvez o Fangio?
-Fangio empezó en el TC en Argentina y tuvo la suerte de que lo banquen para la Fórmula 1 y se hizo famoso. Y Juan y Oscar Gálvez también fueron dos grandes. Eran los que ganaban, por eso se hicieron tan famosos. A los que ganan siempre se los tiene más en cuenta y, por ahí, a los de atrás no se les da bolilla.
-¿Cómo imagina su futuro?
-Terminando la leva. La esperan en Trelew.