Esteban Mirol, un histórico de las noticias

El conductor televisivo y radial Esteban Mirol le cuenta a Comunidad PAMI por qué le hace feliz trabajar a sus 67 años y ayudar a las personas mayores.

 Esteban Mirol ya es uno de los históricos conductores de Telenueve. Está al frente de su noticiero desde hace casi veinte años. También incursionó en la radio. Y no deja de escribir sobre ecología junto a su hija, Natalia, con quien actualiza diariamente el portal Proyecto Geo.

 A sus 67 años, es a la vez uno de los periodistas más involucrado en la temática de las personas mayores. “Hay dos grupos muy vulnerables: el de los chicos y el de los viejos. Y yo quiero ayudar a los viejos”, le dice a Comunidad PAMI.

Una vez a la semana corre alrededor de 9 kilómetros y en los demás días camina, camina y camina. De esa experiencia escribió El maratón de la vida, un libro en el que comparó esa actividad con el acto de crecer y madurar. Y dice que no deja de trabajar porque el trabajo lo hace feliz.

-¿Cómo pasaste la cuarentena?

-La pandemia me generó angustia porque no me dejaban ir a trabajar (en El 9). Me generó angustia, porque el trabajo como periodista me encanta. Lo disfruto muchísimo. La pasé mal no sólo por eso sino también por la inconsciencia, sobre todo de los más jóvenes, a los que no les importaba nada y no utilizaban barbijo, por ejemplo. Estuve cerca de gente que se comportaba así y me daba miedo. Incluso con familiares, con gente cercana. ¡Date cuenta de que me podés matar! Esas cosas me dieron angustia. De todos modos, hacía mis columnas desde casa. Y leí mucho, escribí y vi muchas películas.

-¿Por qué comparar un maratón con la vida en general?

-Cuando empecé a correr me di cuenta de que correr tiene muchas vinculaciones a la vida. En una maratón no es importante llegar sino lo que vas haciendo. En la vida no importa el éxito sino cómo la estás viviendo. No estar pensando siempre en la plata, en lo que se quiere tener. Lo importante es llegar. Esas comparaciones me llevaron a escribir ese libro.

-Estás jubilado.

-Desde hace 2 años, casi 3, y sigo trabajando. Me encanta. Lo necesito, pero de otra forma. No sólo por lo económico. También por el trabajo en sí. Por eso sigo con mi portal de ecología. Y además hago periodismo en Instagram, una red social que la uso más para el periodismo que para otra cosa. Me gusta publicar cosas ligadas al periodismo.

-¿No te gusta quedarte en tu casa?

-Estar en mi casa no me cuesta. Me cuesta cuando me obligan a quedarme. Puedo estar todo el día y no me preocupa. Pero obligado, sí me molesta. No poder ir a conducir en tiempos de cuarentena me puso del tomate, porque  amo mi profesión. Es como amar a una persona y que no te dejen verla.

-¿Qué te generó el regreso a la conducción en el piso?

-Me puso muy contento. Muy pero muy feliz. Y mirá que todavía no aplicaban la vacuna pero no me importaba. Lo disfruté mucho. Fueron seis meses de encierro que me parecieron 23 años.

-Solés ocuparte de las personas mayores. ¿Por qué?

-Siempre. En un tiempo armaba reuniones de solos y solas, en el programa de Radio 10. Me pone feliz saber de mucha gente que terminó conviviendo tras conocerse por la radio o por las fiestas que armamos. Hago eso un poco como homenaje a mis abuelos. En nuestro país hay dos sectores poco protegidos. El de los adultos mayores y el de las criaturas. Y me dediqué a los más grandes. Quería mucho a mis abuelos maternos. Más a mi abuelo, con el que tenía un profundo cariño. Viví con él experiencias hermosas. Y una medio dramática: se murió mientras dormía en mi habitación. Era la hora de la siesta, en Córdoba. Porque soy cordobés. Nací acá en Buenos Aires pero por un accidente: mi mamá vino a tenerme acá. A los 3 días estaba de nuevo en Córdoba. Escuché perfectamente cuando mi abuelo respiró por última vez. Al punto que de inmediato grité y llamé a mi mamá. Tendría 10 años. Le decíamos Nito, al abuelo Antonio.

-¿Qué te genera aportar algo a los mayores?

-Me siento muy bien cuando puedo ayudar. Ayudo desde el canal todas las veces que puedo. Me gratifica muchísimo. También cuento con los amigos de PAMI, que se portan muy bien conmigo y con sus afiliados. Todo lo que les pido para los afiliados, lo dan.

-¿Qué historias de mayores te marcaron, Esteban?

-Uffff Muchas. Uno charla con ellos y se da cuenta de que a veces hasta los hijos los han abandonado. Hubo tantas historias con ellos… Precisar una se me vuelve difícil. Había gente que me llamaba a la radio para contarme de su soledad, de su abandono. Pero por suerte también hubo situaciones más felices, como el caso de una mujer que me llamó para decirme que había conocido a un hombre en una de las reuniones organizadas por mí y que ahora convivía con él. Eso me dio enorme felicidad.

-Se te suele ver tranquilo. ¿Sos así, tranquilo?

-Durante mucho tiempo estudié filosofía oriental. Todo lo que ves ahora de vivencias espirituales, como vivir el ahora o métodos para enfrentar la vida, proviene de la filosofía oriental. Me quedó mucho la enseñanza de esos libros. Dicen que la cosa está adentro. Lo que pasa es que es más sencillo mirar hacia afuera, pero en realidad el mundo más rico está dentro de uno. Aprendí que si uno busca en el afuera va a encontrar dos millones de excusas para no cambiar. Claro que no siempre esas cosas se pueden poner en práctica. No siempre se logra eso de ubicarse en el aquí y ahora. Los orientales creen que la mente es un gran enemigo. Por eso la meditación es el no pensar, evitar el ronroneo. No se trata de sentarse y cruzar las piernas y hacer ohmmm mientras ponés la espalda recta. Uno puede meditar mientras hace otras actividades. Cuando estoy en el noticiero, por ejemplo, no pienso en nada. Me meto tanto en el presente que no tengo el ronroneo que vuelve cuando termino de trabajar. Por eso me da felicidad mi trabajo. Es un momento en el que me olvido de los problemas. Se trata de desconectar el motor.

-¿Por qué seguís con Proyecto Geo?

-El portal lo empecé hace más de veinte años, cuando uno hablaba del cambio climático y te miraban y decían “este tipo se tomó 4 litros de vodka”. Entonces ya había un movimiento porque efectivamente empezaba a verse el mundo que se venía y que ya tenemos. Nos ocupamos de lo que pasa con los animales maltratados, del exterminio de especies. De todo eso. Somos muchísimos trabajando en el tema: dos personas: mi hija Natalia y yo. Ja ja. Lo actualizamos todos los días. Eso también es trabajo. Y el trabajo me hace muy muy bien.