Imagen: Alejandra López
«Somos artífices de nuestras vidas»
María Rosa Lojo acaba de publicar Así los trata la muerte, un libro en el que personajes como Camila O’Gorman, Victoria Ocampo y Mariquita Sánchez de Thompson indagan sobre las opciones que tomaron en sus vidas. “Al abrir un libro nos asomamos a otros mundos, a múltiples perspectivas y problemas”, convoca la autora.
La escritora María Rosa Lojo acaba de publicar Así los trata la muerte, libro que mezcla ficción y realidad con reconocidos personajes enterrados en el cementerio de Recoleta. Camila O’Gorman, Victoria Ocampo, Lucio y Eduarda Mansilla, Macoco Álzaga Unzué y Mariquita Sánchez de Thompson son, entre otros, se preguntan por qué hicieron lo que hicieron en vida y qué pueden hacer para cambiar ante un supuesto futuro en otro plano. “Se habla de las opciones que tomaron y que siguen tomando. Su vida depende de lo que han elegido. Y del otro lado lo que hacen es revisar esas opciones. Se ven enfrentados a sus opciones y deseos”, le dice Lojo a Comunidad PAMI.
Los personajes del nuevo trabajo de una de las autoras más reconocidas de la literatura argentina tienen que ver con momentos de la historia argentina. Leerlo es juntar piezas para armar un rompecabezas. A Lojo, cuenta, este país le ha significado “un enigma sin resolver”. “Tenemos un país con grandes individualidades creativas pero que no logra organizarse. No logra definir sus ejes comunes para una convivencia armoniosa”, señala.
“Tiene que ver con aquello que decía Leopoldo Marechal de la patria como una hija: un ser bello y todavía frágil, en crecimiento, que necesita cuidado y protección. Sentí lo mismo muchas veces. Para conocer esa patria tomé diversos caminos: leyendo historia, viajando al interior, siguiendo el camino de Lucio Mansilla hacia los indios ranqueles cuando escribía mi novela La pasión de los nómades, sobre este personaje, que también aparece en Así los trata la muerte”.
¿Por qué te interesa la historia argentina?
Soy hija de españoles. No tengo tradición argentina y mis padres se encontraron acá, se casaron acá, armaron una casa, una familia, pero con el objetivo de volver a España cuando pasara la posguerra. No lo lograron. Y en mi adolescencia me sentía en un lugar de tránsito. De hecho, a los autores argentinos los conocí por fuera de casa, a pesar de que mi mamá había sido librera en Madrid y era lectora. Finalmente aposté por la Argentina, aunque vivo en el vaivén de las dos orillas. De hecho, soy Miembro de Honor de la Academia Gallega.
¿Qué te motivó contar desde el cementerio de la Recoleta?
Fue clave para encontrar un condensado, un panorama de lo que ha sido nuestra historia. Allí hay amigos y enemigos, famosos y desconocidos. A eso le sumé una combinación de lo fantástico y lo histórico.
¿Qué idea te queda de lo que sigue después de esta vida?
Por ahora los seres humanos somos mortales y no hay vuelta que darle. También somos artífices de nuestras vidas, dentro de nuestro escaso margen de libertad, ya que nacemos y vivimos condicionados por múltiples factores. La muerte iguala a todos no solo porque indefectiblemente morimos, sino porque nadie puede escapar a las consecuencias de sus acciones. Por eso este libro propone un más allá de acuerdo a lo que hicimos. El playboy arruinado Macoco Álzaga Unzué toma plena conciencia de los abusos que ha perpetrado en su vida malgastada. El médico Polidoro Segers y el misionero que lo acompaña de algún modo expían los pecados y la responsabilidad de la civilización en el exterminio de los nativos de Tierra del Fuego.
¿Y cuál fue tu aprendizaje?
Como dice el filósofo Heidegger, el ser humano es un ser para la muerte. La conciencia de la muerte nos constituye y nos humaniza. A medida que envejecemos, ese límite se vive de manera más acuciante y más cercana. A mi edad (67 años) no es lo mismo pensar en ese horizonte final que en la juventud. Saber que esta vida se acaba determina la urgencia de administrarla lo mejor posible: ¿en qué gastamos ese poco tiempo que tenemos, tan poco en comparación con el tiempo cósmico? Bueno, los personajes del libro me hacen meditar sobre mis elecciones y mi condición humana. Quizás a los lectores les pase lo mismo.
Entre los personajes hay muchas mujeres. ¿Qué te significan estas mujeres?
En este libro se ven justamente los problemas que afrontan por ser mujeres. Frente a ellas siento un profundo agradecimiento. Mujeres que dieron ejemplo de valor al exponerse por lo que creían. Camila O’Gorman, Mariquita Sánchez de Thompson, Eduarda Mansilla, Victoria Ocampo. Pioneras que nos allanaron el camino. Entonces las homenajeo y les agradezco su existencia. Nos construyeron una base sobre la cual se asientan los derechos reclamados y conseguidos en el presente.
¿Podrías decir un motivo por el que leer libros?
La experiencia de lectura significa intensidad y apertura de vida, es un descubrimiento. Al abrir un libro nos asomamos a otros mundos, a múltiples perspectivas y problemas. Gracias a autores y autoras que nos abren ventanas hacia otros tiempos podemos ampliar la realidad cotidiana. También se produce un enorme placer cuando volvemos a un libro que consideramos bueno o que nos ha gustado. Hay, en la lectura, experiencia de gozo, de revelación poética, de ensanchamiento del ser.
¿Cómo ves el mundo que se viene tras los cambios que nos produjo el Covid 19?
Espero que podamos volver pronto al contacto directo entre personas. Porque es duro lo que nos pasó. Quisiera abrazar a mis amigos y conocer gente nueva. No solo a través de una pantalla. Viajar a ciudades y pueblos, a nuevos lugares. Pero hemos visto que un hecho así se puede propagar de una forma asombrosa y que no hay manera de impedirlo. ¿Qué hacemos? El modo de comunicación del planeta global ya es este y en eso no se volverá atrás. Habrá prevención sanitaria, se tendrá que usar tapabocas, vacunarnos contra las nuevas enfermedades que aparezcan. Formará parte de nuestras rutinas. Creo que la pandemia nos ha llevado a repensar los problemas de la globalización, la manera en que tratamos nuestra tierra. Esa reflexión debería quedar instalada.