«Diego fue el portavoz de lo popular»

 

Dibujante y humorista de los buenos, Miguel Rep habló con COMUNIDAD PAMI del libro que acaba de publicar, Diego, nacido para molestar, una biografía fuera de lo común sobre Maradona, a un año de su muerte.

“El antecedente de Diego, nacido para molestar, es Evita, nacida para molestar”, dice el dibujante Miguel Rep (Miguel Repiso, su nombre) acerca de su nuevo libro, dedicado a Maradona. Obra hermosa en la que cuenta, a través de dibujos, la vida del futbolista fallecido hace un año, el 25 de noviembre. Una ilustración alusiva publicada en el diario Página 12, donde trabaja, sirvió para que desde la editorial Planeta le sugieran un trabajo similar al de Eva Perón, en 2019.

Estamos reunidos con Rep en un bar del centro, a metros de su departamento porteño. La idea es hablar de Diego Maradona. Entonces suelta: “Di vueltas. Desconfiaba de mis juicios sobre Diego. Tuve mis peleas internas con Diego. Pero revisando mi historia y mis dibujos me di cuenta de que tengo un Diego generacional, que me acompañó como Burruchaga y Valdano lo acompañaron en el gol a los ingleses. De alguna manera nos representa, hay identificación. Y el suyo es el fútbol que más disfruté”.

 ¿Qué paralelismo cronológico encontrás entre él y vos?

Mi nacimiento al fútbol fue en el 78, con el Mundial. Yo estaba solo en Buenos Aires. Tenía 16 o 17 años (23 de abril de 1961). Maradona ya sonaba en mis oídos cuando Menotti no lo convocó para ese Mundial. No estaba Carrascosa, echó a tres jugadores y uno de ellos era la promesa. Al año siguiente disfruté al Diego de Japón. Recuerdo las madrugadas del 79 en mi casa de Villa Martelli. Veía los partidos, que eran más lindos que los del 78. Todo el equipo me gustaba. A Diego le empecé a poner el foco cuando vino a Boca, porque yo era de Boca. En esa época no estaba tan al tanto de la dictadura. En el 82 no quería que la Selección ganara.

 ¿Cómo es tu Diego?

Mi Diego es un chabón dotado, con una gran habilidad, gran  cerebro para leer toda la cancha. Y encima es un pensador de la vida. Es un resumen de mucho de lo argentino. Diego es muuuuy argentino. En pocas cosas hay tanta Argentina como en Maradona. Pero también Borges es así. Aunque en otra vereda. Borges sólo puede ser argentino. Diego tenía una carrera cortita, como todo futbolista. Pero la hizo intensa. Los manejos y desmanejos que hizo son herencia de lo generacional.

 ¿Por qué?

Nació en los 60, se formó en los 70, tuvo la madurez en los 80 y la decadencia futbolística la capeó con lo que sabemos, la droga, el descuido del cuerpo, en los 90. Lo pagó no ganando cuatro Copas del Mundo. Ganó una y en otra Menotti no lo dejó. Las otras dos, con un cuerpo mejor, las pudo ganar. Pero a la vez no lo estaríamos celebrando ni hubiese pasado a la historia si no tenía ese costado tan autodestructivo. También está el Diego político y el de las sentencias gauchescas, la viveza al hablar, la inmediatez, esa cosa despierta, de estar siempre situado en lo contemporáneo. Tenía el radar de todo lo que pasaba. Tenía visión periférica de la vida.  

¿Qué pensás que diría si viese este libro?

Lo que pasa es que si estuviera vivo no hubiese hecho el libro. Pero imagino que le habría gustado. Creo que se reiría.

Si tuvieses que destacar un perfil que te guste de Diego, ¿por dónde irías?

Me gusta ese Diego siempre vivo, nunca muerto. Que nunca tenía miedo. Me siento identificado porque tenía los mismos ejemplos que yo: Evita y el Che. Los descubrí a mis 16 o 17 años y no me abandonaron más como símbolos de pasión y de no miedo. Después la vida te llena de miedos. Pero hay personajes que son como sueños que no hay que abandonar y ejemplos que te mantienen fresco a pesar de sus muertes tempranas. Vidas muy vividas a full. Y Diego duró mucho más de lo que se esperaba: por todo lo que vivió tendría que haberse muerto a los 35 o 40 años. Menos mal que vivió generando cosas. Si no hubiese sido un museo de sí mismo. Pero él no terminó museo de sí mismo. Él se reía de su propio museo. Creo que mi libro es un eco de ese humor de Diego. Porque Diego tenía mucho humor. Lo que hice fue amplificar la parte del humor de él con un libro de dibujos y humor, que también tiene investigación, porque todo está chequeado. Es una biografía ilustrada y con humor.

Diego es alguien que además no oculta sus vicios.

Diego es reflejo de ese vicio que existe también en el rock, que se lleva vidas. A Diego se le dan todas las bacanales. Vive excesos que en un semidiós son comprensibles. He visto pseudo dioses al lado mío y pensaba que eran unos pelotudos. Participé de algunas cabalgatas y me di cuenta de cómo era la fama. Es insoportable.

Para Diego también fue insoportable.

-Diego no la pudo manejar. Lo pagó con su vida. Su cuerpo lo pagó. Es insoportable vivir así. Este café, cualquier café, era imposible para él. No podía hacer nada. Fue famoso en todo el mundo. El tipo más famoso de la vida. No hay otro. Tal vez Gandhi, pero ni el Papa debe ser conocido como Diego. Ni los Beatles ni Jesús. ¿Cómo convivís con eso? No se puede. Pero además fue consciente de lo que generaba: generaba alegrías, felicidad y, a otra gente, le generaba mucha guita.

¿Por qué lo aman o necesitan las clases populares?

Las clases populares siempre necesitan un referente, alguien de los suyos, uno de los nuestros. Siempre pasó: Evita, Gatica, Bonavena, Monzón, y la lista debe ser más larga. Siempre se necesita de uno de los nuestros para compensar. Hay una idolatría y una búsqueda de las clases populares por un referente que no sea un rubio ni un fabricado en los laboratorios de la clase media. La comparación sería como El Gauchito Gil o La Difunta Correa con el Ave María. Diego va más por lo religioso. La necesidad popular lo volvió como santidad, divinidad. Algo de eso hay en el libro. El poder siempre lo quiere masacrar, pero él se da cuenta. Por eso siempre ataca al poder. Cuando critica y a ellos les duele, es porque sabe mucho de la FIFA, de la AFA, del Vaticano, de cómo son los medios de comunicación, cuánto de corrupto hay en algunos casos en el periodismo deportivo. Conoce dónde atacar y eso duele. Habiendo tenido oportunidades de estar en la política, en el Vaticano, en la FIFA, en los medios, habla de ellos poniendo a la luz sin hipocresías. Eso es importante: la falta de hipocresía. También tiene enojos muy cortitos, que después salda. Y enojos largos. Toresani le duró poco; con Ramón Díaz se arregló. Con Riquelme terminó mal pero se hubiesen arreglado. Otros le duraron bastante. Con Havelange, Passarella, Neustadt, nunca se arregló.

Diego fue el portavoz de lo popular.

La clase alta menosprecia a la clase baja y viceversa. Algunos tienen su capilla de prestigio, de poder, que da viajes, dividendos. Otros tienen sus parlantes pero se los quitan: los productos de clase popular, como Bonavena, a veces pagan con su vida. Las clases ilustradas no le dan bola al pensamiento vivo de algunos iluminados de la clase humilde. Pero existe el traslado de la clase media. Cierto periodismo o intelectualidad de clase media tiene como un favoritismo por las clases humildes. Por eso hubo un corrimiento de los intelectuales hacia los campos populares. Les dan bola. Juan Sasturain sería el ejemplo mayor: un tipo formado, de la academia, pero que siempre miró el cómic, el fútbol, el folclore. No se le escapan los campos populares. Es la aceptación de otro mundo cultural que no es sólo el de la academia o la Biblioteca Nacional. Los chicos que se criaron en el peronismo en los 60 crecen y no olvidan que fueron criados por eso. Desde Diego creo que las clases altas tuvieron que rendirse y prestar atención a lo popular. Porque Diego tiene el aval del mundo, es un indiscutible. Maradona tuvo una inteligencia superior, una intuición, una rapidez, muy superior.