EL FOLKLORE SIRVE PARA PENSAR
NUESTRO TERRITORIO Y EL TIEMPO QUE ESTAMOS VIVIENDO

Liliana Herrero habló con Comunidad Pami sobre los significados políticos y culturales que abre el Día del Folklore Argentino, que se celebra cada 22 de agosto. El desafío de proteger y, a su vez, expandir las huellas musicales locales en el contexto de la globalización. Una charla sobre vinilos, plataformas digitales, Juan Falú y el Coqui Ortiz con una referente única de la música popular argentina.

Liliana Herrero ríe cuando se le pregunta si sus abuelos despertaron en ella su curiosidad musical. “Más bien me gustaría hablar de las influencias musicales que yo, como abuela, pretendo despertar en mis nietos”, dice esta entrerriana, referente de la música popular argentina, comprometida con su tiempo político, ganadora de varios Premios Carlos Gardel, un Konex y el Reconocimiento a la Trayectoria del Fondo Nacional de las Artes. 

“Como abuela busco transmitirles a mis nietos distintas músicas, no todas son folklóricas porque he conversado con músicos y obras que no pertenecen estrictamente al folklore, pero que a mí me interesan como creadores de una obra poderosa, se llame Fito Páez, se llame Luis Alberto Spinetta, o se llame Fernando Cabrera, de Uruguay”.

Al celebrarse cada 22 de agosto el Día del Folklore, Comunidad PAMI la invita a pensar sobre las implicancias simbólicas, políticas y culturales de este género, que ella cultiva con una hondura única. “Yo estoy convencida de que el folklore sirve para pensar nuestro territorio y el tiempo que estamos viviendo. Pienso en un Cuchi Leguizamón, en un poeta como Manuel Castilla, en un músico como Ramón Ayala; en fin, en tantos que han pensado los ríos, la naturaleza, las relaciones humanas fuera de las grandes metrópolis”, reflexiona la cantora.  

“El folklore en los años 60, en los años 70 y antes también fue muy importante en todo el país. Después se ligó demasiado, a mí gusto, al mercado y a las exigencias de la globalización. Lo dicho no significa que el folklore, solamente, deba recostarse en las raíces fundamentales, si no que aquellas raíces las tenemos que interrogar desde este presente complejísimo, altamente tecnificado. Sin las raíces es imposible la música, y sin interrogarlas desde este presente complejo tampoco sirven por sí mismas”, redondea.

Esta cuarentena, en cierto modo, la detuvo en sus proyectos. Decidió esperar que aplaque la pandemia para retornar a la producción musical. No reniega de las nuevas tecnologías o las plataformas de contenidos como Spotify, pero ella prefiere volver al encuentro de sus amigos para completar un proyecto de álbum ya comenzado. 

“Las nuevas tecnologías no conectan lo más interesante en el mundo de la música; en una plataforma no están los cuerpos, ni las ideas, ni las conversaciones. Así que abandoné, por este año, el proyecto de realizar un nuevo disco, lo haré más adelante”, cuenta. 

Con todo, no se declara ni apocalíptica ni integrada con el devenir de la tecnología, sino en estado de “alerta en relación a las plataformas digitales”. “Eso significa -aclara- tener cierta precaución, cuánto más alta es la tecnología más comprimido está el sonido, y en ese sentido me parece un retroceso; por supuesto que puede decirse que facilita la distribución; eso es cierto, pero yo no puedo pensar a la tecnología solo como herramienta. Cuánto más comprimido el sonido, menor es el rango que se escucha. Prefiero escuchar vinilos, me produce una enorme satisfacción, porque es notable la diferencia entre ese sonido comprimido y el rango auditivo que tenían las tecnologías anteriores”.

En la conversación no faltan los nombres de sus referentes,  compositoras y compositores, para ella “fundamentales”. 

“Juan Falú me parece fundamental; Hilda Herrera es una gran pianista; Teresa Parodi,  por supuesto; en relación al folklore no solo están ellos, sino un montón de artistas de otra generación más joven a nosotros, como Coqui Ortiz, Juan Quinteros, Carlos Aguirre; en fin hay muchos compositores interesantes que no están visibilizados”, detalla. 

Para poner el broche a una conversación que giró en torno a esta fecha celebratoria, la artista comparte su mirada sobre el uso popular del término “folklore”. “Yo mantendría la idea del Día del Folklore, porque el folklore trae una memoria musical y poética fundamental para pensar este país. El folklore es un género que pertenece a una tradición en la cual me inscribo, que ha dado obras estupendas como para pensar, lo que yo creo que es la música: esa memoria y todo ese mundo poético fundamental para esta patria”. Y va un poco más allá al decir: “La música es una gran conversación, incluso de personas que se inscriben en distintos legados. Porque la música es una promesa de comunidad emancipada; eso es lo que yo deseo para mi país y, en ese sentido, bajo el cobijo de esa promesa, el Estado no puede estar ausente en el anhelo de la comunidad emancipada”. 

 

¿Folklore o folclore?

La palabra “folklor” apareció por primera vez el 22 de agosto de 1846 en un escrito del arqueólogo inglés William John Thoms publicado en la revista The Athenaeum.

Según el diccionario de la Real Academia Española la palabra “folklore” deriva del inglés folk, ‘pueblo’, y lore, ‘acervo’, ‘saber’ o ‘conocimiento’ y sugiere el uso de “folclore” aunque la expresión con k es la más extendida.

El 22 de agosto de 1960, casi un siglo después de que apareciera por primera el término, se realizó en Buenos Aires el Primer Congreso Internacional de Folklore, donde se instauró la fecha celebratoria del género.

La celebración coincide con el nacimiento de Juan Bautista Ambrosetti (1865-1917), reconocido como el padre de la ciencia folklórica argentina, debido a que fue la primera persona en realizar estudios formales y sistemáticos del género.