Una Biblia del rock argentino

Willy Quiroga, líder de Vox Dei, quien a los 82 años sigue arriba de los escenarios, dialogó con Comunidad PAMI sobre su vida actual, sus compañeros de siempre y los 50 años de La Biblia, disco insoslayable del rock argentino.

Ciudadano ilustre de Quilmes, testigo directo de los bombardeos a la Plaza de Mayo en 1955 (tenía apenas 15 años) y uno de los fundadores de Vox Dei, Willy Quiroga se apresta a celebrar en el Teatro Astros los 50 años de la Biblia (1971), uno de los discos más destacados de la historia del rock argentino. Será este 25 de marzo, celebración postergada por la pandemia de Covid 19.

A sus 82 años, Quiroga es uno de los referentes de los comienzos del rock argentino. De aquellos, sus compañeros de ruta cuando todo estaba por hacerse, habla con Comunidad PAMI. Irá de Miguel Abuelo y Tanguito a Facundo Cabral, Alfredo Toth, Litto Nebbia y Lito Vitale, entre otros.

 “Algunos no pueden hacer lo que quieren. Hubo épocas en las que trabajé en fábricas, trabajé con mi padre de panadero. Y no era lo que más me gustaba. Hay mucha gente trabajando bajo presión y así no se disfruta nada. Un día pude liberarme y hacer lo que quería: música”, dice al recordar los tiempos en que pudo empezar a trabajar como músico. Y de ahí a uno de sus clásicos hay menos que un paso:

Presente es una canción que entiendo que a la gente le encanta. Incluso la cantaban en el (colegio) secundario para despedir a los que terminaban. Un día vino a mi casa una maestra de jardín de infantes a pedirme la letra y me contó que los chicos del jardín la querían cantar. No me voy a poner a analizarla porque no me corresponde. Cada uno interpreta las letras de una canción a su manera. Me pasó con Total que: un chico me mandó un mensaje preguntando si la letra significaba que hay que llevarse por delante a todo el mundo. Le dije que no, que habla de mi fuerza interior: “Sigue siempre adelante sin mirar atrás / total que te importa un escollo más / trata de ubicarte en el primer lugar / que a nadie le interesa si quedás atrás / Total… total.. qué más da…”.

 

-Tenés puesta una remera de las Malvinas. ¿Qué son las Islas para vos?

-¡Las Malvinas son argentinas! Pertenecen a nuestra plataforma continental y los piratas vinieron a tomarlas. No entiendo por qué no los sacamos a patadas. Habría que haber puesto un fuerte y unos bombazos a cada nave que se acercara. Pero dejamos pasar el tiempo, por desidia…

 

-A pesar de tantos años de ruta y de tantos escenarios, y de cambios generacionales, Vox Dei sigue con un público fiel. En Spotify, por ejemplo, tienen un promedio de 95,308 oyentes mensuales.

-Es una cantidad tremenda. Spotify es una de las redes que mejor me trata.

 

-¿Por qué la banda sigue vigente?

-Porque Vox Dei hace una música honesta, con mensaje. Por eso perdura. Ahora hay canciones a las que suman Auto-Tune (procesador de audio usado para enmascarar inexactitudes y errores en las voces) y no sabés cuál es la voz del cantante. La gente sabe cuál es mi voz. Lo mismo con las letras: no nos quedamos en el tiempo. Hemos evolucionado. Nuestra música evoluciona. Hoy están de moda otras músicas, el rap, el trap, me parece bien. Pero que nuevas generaciones canten canciones nuestras significa que el mensaje llegó. El que va a ver una banda no la ve de casualidad sino porque le gusta lo que le dice.

-Celebrarán esa vigencia en el teatro Astros. ¿Cómo lo imaginás?

-Al Astros lo imagino como una fiesta genial. Ya está vendido todo desde los últimos días de febrero. No podemos hacer dos funciones porque el teatro tiene ocupadas las fechas anteriores y posteriores. Pero tal vez haya más funciones en otro momento.

-Tenés 82 años (17/5/40) pero parecés de menos, de 70 y pico.

-Parezco de menos porque me cuido mucho. Con las comidas, con las bebidas, hace 30 años que no fumo. Hay gente que se queja de que está mal pero no se cuida, duerme mal, trasnocha. Yo me cuido. Para mí es normal cuidarse. Parezco de 70 porque hago lo que me gusta. Cuando hacés lo que te gusta o amás estás bien. Estás perfecto tanto en lo físico como interiormente.

 

-Hay como cierto enaltecimiento del rock argentino de los 80. ¿Cómo recordás aquellos tiempos?

-El mundo de los 80 era diferente. No sólo el del rock. El mundo era diferente, la música era diferente, las formas de hablar eran diferentes, el lenguaje. Todo era diferente. Entonces comparar el rock de antes con el de ahora no es viable. El mundo cambió, la gente cambió, cambiaron los conceptos con respecto al amor, al mundo. Hoy en día la gente no cree en el amor; más bien cree en el sexo. Ves los videos y bueno… los videos… las posiciones del cuerpo, los refriegues indican otra cosa distinta al amor. Indican pasión, sexo. Pero por mí, todo bien. Cada quien que haga lo que quiera. No me voy a poner a prohibir ni nada. El mundo es como es. “Aunque no estés de acuerdo, el mundo marcha como debe”, leí en un libro que se llama Desiderata (“indudablemente el universo marcha como debiera”, se lee en el texto de Max Ehrmann, su autor).

 

-¿Cómo era la época de los inicios del rock argentino, a fines de los años 60, principio de los 70?

-Aquella fue una época dura. Yo vivía en provincia y cuando iba a Capital terminábamos detenidos por averiguación de antecedentes. Tuve la suerte de que nunca me cortaran el pelo, no sé por qué. Cuando entramos a grabar en CBS nos dieron un carnet en el que se leía que rogaban a las autoridades que tuvieran la gentileza de entender que la vestimenta de quien llevaba ese documento era un artista y músico de la CBS: cansados de que nos llevaran, pedimos a la compañía que haga algo. (Las autoridades) No entendían que uno trabajara de músico. La música no estaba considerada como algo digno de realizar como trabajo.

 

-¿Qué relación tenés con aquellos músicos que empezaron con vos?

-Teníamos muy buena relación. Después algunos se fueron alejando,  algunos porque la diferencia de edad hace que la gente piense diferente. Yo soy muy amigo de Charly, aunque hace tiempo que no lo veo. También de Gillespi. De Alfredo Toth, Litto Nebbia, Lito Vitale. Respeto toda la música. Incluso escucho música clásica, tango. Escucho todo. De los de antes, con Miguel Abuelo tenía muy buena relación, muy buen poeta, muy buen cantante. Medina, de Manal, Claudio Gabis y Javier Calamaro también son amigos. Sabemos que los de los 60, 70 y 80 plantamos una generación que demostró que podíamos hacer un rock argentino. No nacional; argentino.

 

-¿Cómo te manejás con las nuevas tecnologías?

-Me llevo bien con las tecnologías. Ellas se llevan mal conmigo. No hay nada del todo bueno ni del todo malo. Todo tiene su lado bueno y su lado malo. Uso mucha tecnología. Grabo acá, tengo mi celular, manejo la banda. Tengo que estar todo el tiempo con Instagram, Skype, Facebook… todo. No me gusta, es una obligación porque es mi trabajo. Pero me roba bastante tiempo. Preferiría estar componiendo y grabando en vez de dedicarme a esto. Las redes sociales me generan una cierta molestia. Pero las tengo que hacer de manera obligatoria.

 

-Es imposible no usarlas.

-Muchas veces veo a los chicos caminando en la calle con la mirada baja. Hace poco iba con mi camioneta, despacio, y se cruzó una chica mirando el teléfono. La dejé pasar y cuando quedó a mi lado le dije “si no mirás vas a vivir muy poco”. No te quiero decir lo que me contestó porque me recontra puteó. Encima que le decís que se cuide, te insulta. Entonces ya no digo nada. Los chicos desde los 3 o 5 años ya tienen un teléfono celular en la mano. Tengo un nieto de 6 meses y ya pienso en lo que sucederá cuando tenga 2 o 3 años. Es hermoso, lo amo. Pero me preocupa el mundo que le espera.

 

-¿Más allá de ser conocido como rockero, ¿cómo llegaste a los 80 años desde el punto de vista económico?

-Vivo bien. No somos millonarios como deberíamos ser, porque con La Biblia vendimos millones de disco, y con los álbumes que siguieron también, porque antes no se emitían boletas como ahora y las compañías de discos vendían millones y te facturaban menos y nos robaron. Puntualmente las compañías nos robaron. Pero más allá de eso, la gente viene a vernos. Eso es bueno.

 

-¿Qué te parece la Argentina actual?

-Yo soy de los que tienen que seguir trabajando. No estoy en la política… Me preocupan determinadas cosas, pero no las puedo arreglar. Hay cosas que no entiendo: cuál es la derecha, cuál es la izquierda. Hoy casi no miro noticieros porque se tiran uno contra otro y la culpa siempre es del otro. Nadie dice “la culpa es mía”. El miedo está presente. Sabemos lo que pasa en Rosario, por ejemplo. Varias veces me dicen “¿cuándo vienen a Rosario?”. ¿En serio vamos a Rosario? Por ahí pasás por un lugar y uno la liga de revoleo. Como le pasó a mi queridísimo amigo Facundo Cabral. Estaba esperando un Uber para ir al aeropuerto (en Guatemala) y vino un tipo con el que había hablado la noche anterior. Le dice “no, qué vas a esperar el uber, vení que te llevo”. Andá a saber en qué andaba el tipo, pero es posible que anduviese en drogas o algo así, y lo llevó y en el camino los reventaron a tiros. Y yo digo, a ver si voy a Rosario y…

 

-¿Eras muy amigo de Facundo Cabral?

-Muy amigos. Nos encontrábamos en un boliche ahí no más de SADAIC. En el 73 lo encontré en Nueva York. Alguna vez lo acompañé a cantar en un canal de habla latina. Lo recuerdo muy bien. Aparte, en una de las grabaciones que tiene, en Ferro, creo, dice: “Willy Quiroga me hace acordar a Tanguito”. No sé por qué, pero me nombró.

 

-Justo Tanguito, músico de tu generación, emblema de aquellos años.

-A Tanguito lo conocí. Al terminar los shows íbamos a un boliche de un alemán en Carlos Pellegrini y Tucumán. Sabíamos que ahí se comía muy bien y caíamos a la 1 o 2 de la mañana. Llegaba Tanguito y lo invitábamos a comer porque la pasaba muy mal.

 

-¿Cómo son tus rutinas?

-Me despierto temprano. Me acuesto a las 12 o 1 de la mañana pero a las 7 o 7.30 estoy arriba. No es bueno dormir demasiado. Con 6 o 7 horas de sueño estoy bien. Hago cosas que hace cualquier persona. Voy al banco. Mi mujer me pide que la lleve a una feria a comprar y vamos. Compartimos eso. No soy solo un músico. Mirá todo lo que tengo alrededor: el teclado, el bajo, acá otro bajo, ese poster Vox Dei, también tengo la PC, la impresora, el sonido, tengo ese tapiz que compré en Nueva York… lo compré en la calle a un tipo que tenía un montón de estas cosas, en el año 71. Está como nuevo.. Ésta es mi sala de componer y hacer cosas. Paso casi todo el día acá. Ensayar, ensayo en una sala de Lanús a la que voy al menos dos veces con Vox Dei y dos veces con el Willy Quiroga Project. En fin, que me muevo todo el tiempo. Hoy, con el tiempo, entiendo que no trabajo, sino que disfruto. Si yo me divierto, esa diversión se la puedo transmitir a la gente que va a vernos. Así que, como decía el gran Tato Bores: Good show. ¡Y un abrazo para todos los lectores!