“Había muchas ganas de volver al teatro”
A María Leal le gusta el perfil bajo. Dice que lo suyo arriba del escenario es trabajar y cuando está debajo, es una mujer común. Aceptó esta nota con Comunidad PAMI en la que contó su vida en cuarentena y la alegría que siente de ser parte del elenco de Brujas, un exitazo que comparte con actrices amigas.
“Este bicho no distingue entre ricos y pobres”, “no soy de hacer entrevistas: no me gusta la exposición: para mí la actuación es solo un trabajo”, “siempre digo que no hay que instalarse en el éxito” y “siento mucho el cariño de la gente” son algunas de las frases que dejó esta entrevista con María Leal, actriz emblemática de nuestro país. Trabaja en la televisión desde muy pequeña. En los 90 rompió el molde con ¡Grande, Pa!, propuesta televisiva que alcanzó marcas históricas de rating. Junto a Arturo Puig, Nancy Anka, Julieta Fazzari y Gabriela Allegue superaron los 60 puntos. Cuatro temporadas entre 1991 y 1994. Hoy es parte del elenco de Brujas, otro clásico de la escena teatral.
En 1969, cuando la televisión se veía en blanco y negro, y con poco más de 20 años, María Leal (5/6/47) saltó a la fama con Simplemente María, que se emitía por Canal 9. A los dos años, y empujada por esa popularidad, interpretó a un personaje que se ganó el afecto del público: La Pecosa. Aprendió, por la baja audiencia, que la fama, el éxito y todo eso que nos dicen son puro cuento. Esa lección la sigue acompañando. Humildad ante todo es su bandera.
¿Cómo llevaste este tiempo de cuarentena, María?
Estuve casi un año sin salir, sin ver a nadie. Salvo a mis hijos y nietos. Muy cuidada. Hasta que llegó la posibilidad de trabajar en Brujas. Cosas lindas de la vida. Porque la paso genial. Ahora me cuido más que antes porque hay una responsabilidad de cuidarnos entre todas. También estuve trabajando en la quinta temporada de El marginal, donde me sentí cuidada por la gente de Underground, la productora. Además empecé a grabar una miniserie sobre María Marta Belsunce. Me hisopaba hasta cuatro veces por semana. Hoy tengo la burbuja del teatro y la burbuja de mi familia. Ahora hay que cuidarse más que nunca.
Lo importante es la responsabilidad individual…
Depende de las responsabilidades de cada uno que esto no se propague más. A la vez siento que esta situación nos llevó a tener más en cuenta al otro. Este bicho no distingue entre ricos y pobres ni gente saludable o no saludable. Cuidarse es cuidar al otro. A lo mejor fue complicado para que lo entiendan los adolescentes, los más jóvenes, pero a esta altura ya lo entienden. Aparte al ser algo mundial, es como que nos emparejamos.
Hiciste del perfil bajo una costumbre que poco tiene que ver con el ambiente artístico. ¿Seguís así?
No me gustan los estrenos ni las notas. Trabajo como actriz: el resto de mi vida es como la de cualquier otra mujer. Cuando empezó la cuarentena, yo tenía el entrenamiento de estar conmigo misma. Así que en la práctica fue casi lo mismo. Los dos primeros meses no vi a nadie. ¡A nadie! Aproveché para leer, para ver cine. Me organicé así, puertas adentro de mi casa. Me dediqué a cocinar porque no podía ver a mis pichones, hijos y nietos. Luego empezó a venir mi hijo a buscar su tupper con las comidas. Era mi manera de estar presente con mis afectos y una forma de ayudar a mi hijo que también estaba encerrado.
Suele pensarse que los famosos lo tienen todo.
Es un error. Te cuento algo: mientras hacía El marginal me despertaba a las 4 de la mañana, me iba a grabar a las 6, luego al teatro. Glamour cero. Laburante. Laburante. Mal no me fue. Siempre fui igual en cuanto a no dar notas para no mezclar la vida pública con la privada. Es el mundo que elijo. Mi trabajo es actuar.
¿La fama es puro cuento?
¿La fama? Una tiene que saber que la actuación es una larga carrera. No sé por qué le dicen carrera. Hay que saber que a veces te toca un éxito y otras veces, no. Entonces hay que mantenerse en equilibrio. Siempre pienso en el barquito: de un lado el éxito, del otro el fracaso. Si te instalás en el éxito el bote se levanta del otro lado y hace agua. Y lo mismo del lado del fracaso. Hay que estar en el medio, hacer equilibrio y saber que esperan muchos años de trabajo. A veces veo en la televisión que hay gente que tiene fama repentina: está en todos los programas, en todos lados, le gastan la cara y pueden seguir toda la vida haciendo lo mismo. No es mi caso. Siento que la vida fue muy generosa conmigo porque empecé en un gran éxito, Simplemente María. Era una mocosa. Autógrafos. Una cosa loca. Vorágine. Era muy chica. Al año siguiente, por el éxito, como el personaje había sobresalido, la autora hizo la continuación de Simplemente María y se llamaba María Chiquita. Fue un fracaso. Entonces entendí cómo en dos años se podía subir y caer. Ahí lo aprendí.
¿Te sentís querida por la gente?
Siento muchísimo el cariño de la gente. Mirá: estar en El marginal, un programa icónico, con fans en todo el mundo, me dio uno de los momentos más lindos. Resulta que después de filmar mi última escena, el director dijo “hoy termina María Leal” y me aplaudieron mis compañeros: actores, extras, técnicos. Se me pone la piel de pollo ahora, mientras te lo cuento. Sentir el cariño y el respeto de otros actores es maravilloso. Se ve que sembré bien y ahora cosecho.
Al fin de cuentas, el cariño es lo más importante, ¿no?
Es muy importante el cariño. Ahora en la pandemia andamos disfrazados, con las máscaras y los barbijos, y al salir del teatro la gente nos espera y tienen que adivinar quién es quién. Bueno, es difícil que confundan a Moria conmigo, pero bueno… Hay que sacarse las fotos con distancia. Inventé una técnica que consiste en pedir que le digan a otro que saque las fotos y que vaya diciendo “un, dos, tres”. Y en el momento en que dice tres, una se baja el barbijo, pero sin respirar, y la foto sale a rostro descubierto. Pero es fundamental no respirar.
¿La costumbre de esperar a las y los artistas a la salida de los teatros sigue, aún en pandemia?
Síííí. Se ve que la gente tuvo hambre de teatro. No es que solo nos va bien a nosotras, sino al teatro en general. La gente va al teatro. De hecho, hoy es más furor el teatro que la televisión. Y nosotras lo estamos disfrutando. Es un gran placer hacer Brujas. Tanto que después de alguna función solemos ir a comer a La casona del Nonno, ahí en la calle Lavalle, donde nos preparan una mesa exclusiva en el salón de arriba y seguimos hablando. La seguimos ahí y en el chat. Se armó un grupo hermoso. Es un placer trabajar así y que además sea un éxito y ganar plata después de un año en el que hubo poco trabajo. Agradezco a la vida por darme esta posibilidad de estar con un gran grupo humano. Todo felicidad.
¿Estás hablando de amistad?
Totalmente. Lo que nos pasa es muy importante para que además le llegue al público. Lo que emanamos es mucha amistad. Como ocurría en ¡Grande Pa!, que trascendía la pantalla de lo bien que la pasábamos.
Casi terminamos la nota y no te pregunté por ¡Grande Pa!
Lo recuerdo con alegría. Suelen preguntarme si estoy cansada de que me hablen de eso, pero para nada. Fue una experiencia maravillosa. Fui muy feliz haciéndolo. Encima me quedaron mis tres chancles. Tenemos un chat y además nos seguimos viendo. Ahora, en pandemia, nos hablamos todos los días. Solo me queda agradecimiento. Hacer ¡Grande, pa! Fue un placer, una alegría. 65 puntos de rating. Nadie más hizo algo así.
¿Qué aprendiste de esa experiencia?
La solidaridad, ese pensar en el otro. Eso se aplica a todo. Incluso a la situación que vivimos por el Covid, porque esta peste no distingue. Entonces hay que saber que somos tan pero tan hermanos, unos y otros. Que es importante el otro. Eso, en el teatro, significa entender que arriba, en el escenario, tu red son los otros actores. Eso mismo debería regir en la vida diaria.