«NOS ENCANTA TRABAJAR CON LAS PERSONAS MAYORES»

Fabiana Servidia y Federico Barri trabajan en PAMI y ahora en cuarentena se sumaron al voluntariado de Comunidad PAMI para fortalecer el vínculo con las personas afiliadas y acompañarlas en estos tiempos en los que quedarse en casa es una prioridad.

Todos los días, desde que comenzó la cuarentena por COVID-19, voluntarios y voluntarias acompañan a las personas afiliadas para hacer más fáciles estos tiempos de “quedarse en casa”. 

El voluntariado forma parte del programa Comunidad PAMI, que busca brindar contención, ayuda y acompañamiento durante el aislamiento obligatorio, para lo cual además diseñó una plataforma digital que tiene como protagonistas a las personas mayores. 

El aporte de las y los voluntarios es anónimo, pero fundamental. Como el caso de Fabiana Servidia -trabajadora de la Agencia 5- quien ayudó a un afiliado a las 2 de la mañana en una emergencia. O el caso de Federico Barri, de la UGL VI, que llamó a una afiliada que necesitaba compañía y con los meses se hicieron tan íntimos que hoy se llaman a diario.

Estos son apenas dos ejemplos de los más de 7.300 que acompañan a 63.000 personas afiliadas a través de llamados telefónicos para dar respuestas a sus necesidades, demandas y preocupaciones. Son, al fin de cuentas, quienes hacen al conocido Lado B de la pandemia. Fabiana ingresó al PAMI en 2012 y Federico en 2015. Ella dice que su trabajo consiste “en generar bienestar” y él que forma parte “del mejor lugar que tiene PAMI”.

Antes del aislamiento recorrían centros de jubilados para ver qué necesitaban, coordinaban horarios con talleristas y ayudaban a los afiliados y afiliadas con la realización de trámites. Pero tuvieron que reinventar su trabajo. 

 Además se encargan, junto a otros compañeros y compañeras, de convocar voluntarios y voluntarias y de recibir los llamados de quienes necesitan una compañía. El trabajo continúa luego con informes para saber cómo marchan las cosas y un reporte semanal de las personas involucradas.

“Está aquel afiliado que no quiere que lo llamen y el que está feliz de recibir los llamados porque encuentran un nieto o nieta en el voluntario”, explica Fabiana, de 33 años. Es que cuando se aceita el contacto todo mejora. “En mis caso, este trabajo me genera amor. Disfruto de hacerlo. Siento que es mi ‘para qué’ en la Tierra. Ver que se sienten acompañados es una satisfacción muy grande”, agrega.

Federico, de 32, cuenta que formar parte de Comunidad PAMI “es un sueño cumplido. Siempre quise trabajar en PAMI, tener contacto directo con las personas mayores, acompañarlas. Amo lo que hago. Soy cantante y actor y trato de llevarle eso que sé a los afiliados”. 

“Es el artista del equipo”, agrega Fabiana a través del Zoom y enseguida cuenta de Juan, un vecino y afiliado, al que ayudó hasta cuando necesitó, a las 2 de la mañana, una ambulancia. “Fue una forma de decirle ‘no estás solo’. Me sentí útil”.

Federico enumera algunos vínculos que lo marcaron, como el de una mujer  de un barrio popular a la que ayudó a conseguir un comedor y la insulina. “Hay afiliados y afiladas que no necesitan nada pero me llaman igual para saber cómo estoy. Mirtita, por ejemplo. La Mirtu. Me llama una vez por semana y hablamos de todo. Del ‘Bailando por un sueño’, de la vida en general, de sus hijos. Yo le cuento de mi cuarentena. Se creó un lazo muy lindo”.

Así como llegó el COVID-19, también la necesidad decantó en la importancia de la tecnología. El WhatsApp está a la orden del día tanto como los programas que permiten charlas con videocámara (esta nota es un ejemplo). “Implementamos reuniones por Zoom. Todo un trabajo para el afiliado. Convocamos a personas, como una odontóloga o una enfermera, que explican a través del Zoom diferentes cosas. Buscamos que las redes sean además un momento de encuentro”, explica Fabiana. 

 “El WhatsApp se volvió una herramienta esencial para el grupo de voluntarios, porque a través del teléfonos nos mandamos videos que a su vez enviamos a los afiliados y afiliadas. Mandamos actividades, monólogos, cosas que ayuden a estar un poco mejor”, agrega Federico.

Una forma de sobrellevar mejor la realidad es proyectar. Uno de los objetivos del grupo de voluntarios de PAMI es buscar la originalidad -dentro de la coyuntura- para celebrar el Día del jubilado, el 20 de septiembre. De momento hay varias ideas. También para fin de año. “Cada fin de año hacemos un evento a pulmón. Pedimos colaboraciones, buscamos un lugar físico. No sé cómo será esta vez, pero algo se hará. Hacer esas cosas y recibir el amor y el agradecimiento de la gente te pone la piel de gallina”, comenta Fabiana. 

En la misma línea, su compañero dice: “Damos todo de nosotros. Nos encanta trabajar para las personas mayores. Si no sentís eso no se puede lograr lo que logramos. Amamos esto que hacemos”.

“Aprendimos a trabajar juntos, a valorar el equipo que tenemos. A escucharnos, a respetarnos. A respetar los tiempos de cada uno. Y a respetar los tiempos generacionales”, resume Federico. A su lado, pero separados por la pantalla del Zoom, Fabiana agrega: “Cuando miremos atrás, cuando todo esto pase, lo recordaremos como un gran trabajo en equipo. Que nos unió. Porque antes de la pandemia cada uno estaba en su agencia y no había el contacto que hay ahora. Como equipo, nos fortalecimos”.