“Descubrir la vejez es una revolución”

La gran Mirta Busnelli recibió uno de los premios Vidas Rebeldes que PAMI y el colectivo La Revolución de las Viejas entregaron a nueve mujeres mayores. En esta entrevista con Comunidad PAMI, la actriz reflexiona sobre los años y cuenta sobre sus múltiples proyectos, que no tienen edad. 

“Dicen que en Japón hay mucho respeto por la gente mayor. Pero acá, en esta parte del mundo no pasa lo mismo. Acá la idea parece ‘encima hay que gastar plata en atender a los viejos’. De alguna manera, eso nos pesa”, dice la actriz Mirta Busnelli a Comunidad PAMI, quien hace unos pocos días recibió, junto a otras ocho mujeres, el premio Vidas Rebeldes por parte de PAMI y la organización La Revolución de las Viejas.

Las mujeres -todas mayores- fueron reconocidas por su trayectoria y compromiso “que les permitió derribar barreras y ampliar el horizonte de igualdad y libertad”, resumieron los organizadores.

La cantautora Liliana Herrero; la activista LGTBQ+ Norma Castillo; la feminista Nelly Minyerky; la científica Carolina Vera; la fubolista Betty Garcia; las militantes sociales Mónica Beatriz Revelli y Bethsabé  Echeverria Farfán; María Adela Antokoletz y la mencionada Busnelli recibieron estatuillas con una figura de Norma Plá, una de las primeras luchadoras por los derechos de las personas mayores.

¿Qué edad tenés, Mirta?

75. Y me parece un chiste. Nunca pensé que iba a ser vieja. Le temía, pero… mientras esté viva trato disfruto de lo que hay. El tiempo pasó tan rápido que no lo puedo creer.

¿Cómo lo vivís?

Mi cuerpo no es lo mismo, pero por dentro no tenés edad: tu percepción subjetiva no tiene edad. No sos una vieja, sos vos, con cambios a través de los años. Introspectivamente sos joven. No tenés edad.

¿En qué disfrutar ocupar tu tiempo?

Lo que me hace muy bien es estudiar. Cuando estoy en el modo estudio es cuando más feliz me siento. Me gusta estar con gente. Por mi trabajo suelo relacionarme con jóvenes. Veo documentales. Siempre trato de poner en marcha la curiosidad. Hice cursos de inglés, de computación y de canto. Me gustaron, me hicieron bien. Y me permitieron descubrir, por ejemplo, que me gusta cantar, aunque no sea buena. Aprendí que no hace falta ser buena para algo sino que te guste ese algo. Llegué a componer una canción o dos o tres porque me hicieron creer que lo hacía bien. Fue una dicha hacer la clase de canto.

Y estás haciendo la obra La savia en el teatro Metropolitan…

Es una obra hermosa. Para la gente más grande, sobre todo. Pero también para los jóvenes, porque es reparadora, graciosa y emocionante. El personaje tiene mi edad y se da cuenta de que pierde los recuerdos y quiere conservarlos, entonces decide escribir. Además, estuve trabajando en la película El prófugo.

¿Qué aspectos de la vida diaria pudieron revolucionarse, efectivamente, en los últimos tiempos?

Muchas cosas. Entre ellas, el feminismo, que hizo mucho bien. Eso sí es revolucionario. Aunque la lucha de la mujer tiene varios siglos, lo que ocurrió en los últimos tiempos se volvió imparable. Las pibas siguen haciendo y a veces me descubro pensando ‘mirá, esto antes se veía de otra manera’. Lo que pasaba es que el hombre había ubicado a la mujer en un lugar subalterno y la mujer lo soportó.

La cantautora Liliana Herrera junto a Mirta Busnelli durante la entrega de los premios Vidas Rebeldes

¿De qué manera te relacionás con estos movimientos?

Estoy en conexión con el colectivo de Actrices Argentinas. Y trato de acercarme a otras luchas, como las que se llevan a cabo por el medio ambiente. El tema del ambientalismo me preocupa desde hace tiempo. La situación está cada vez peor. La minería a cielo abierto, los estudios y exploraciones en el Mar Argentino por el petróleo, las mega granjas porcinas que consumen millones de litros de agua por día. Puedo seguir con los grandes hielos, el daño en el Polo Norte, los gases del efecto invernadero. La debacle empieza con cualquier cosa y todo se precipitará de una forma que es un delirio. Desde mi lugar tal vez haga poco, pero es algo. Suelo decir una frase: “Estamos bailando sobre el Titanic”.

Ser reconocida y respetada debe ayudar a que puedas colaborar más..

Siento que cuanta más gente pueda escuchar, leer, es algo. Cuando algo que publiqué lo vieron 6 mil personas, siento que aporté. Tal vez otras compañeras van al territorio. Por mi salud y años no puedo ir a una marcha por semana, pero cuando puedo voy y sobre todo voy por mi, casi te diría, porque me siento bien.

PAMI y La revolución de las viejas te dieron un reconocimiento. ¿Qué significa?

Me hizo pensar en qué equivocados están quienes creen que los viejos son descartables, que no producen, cuando en realidad producen muchísimo. Incluso posibilitan que sus hijos o nietos salgan a trabajar. El premio fue una sorpresa que me dio alegría y ganas de vivir. Siempre pensé que hasta la muerte hay cajas de sorpresas. Que algo bueno y nuevo te puede pasar y que te hace bien.

La actriz junto a Norma Castillo, quien recibió el premio por su lucha por los derechos LGTBIQ

Cuando recibiste el premio, dijiste que cuando eras joven pensabas que ser vieja era como “una minusvalía”. ¿Qué cambió?

Es que ahora que soy vieja me doy cuenta de una gran sorpresa: estaba equivocada. Efectivamente, descubrir la vejez es una revolución. De pronto, pienso en cómo reaccionaba antes frente a diferentes cuestiones que me provocaban desdicha. Por la edad pude darme cuenta de que hoy me tomo determinadas cosas de otra manera. Por algo será. Hay momentos luminosos en los que uno comprende que la vida no es sacar cuentas en base al éxito.

Superaste un cáncer de útero. ¿Qué te queda de aquello?

La gente suele decir, en estos casos, que una es valiente. Pero siempre digo que no me quedaba otra, que no me sobrepuse por una supuesta valentía. Si no era por mi hermana maravillosa, hoy no estaría acá. No me podía levantar de la cama. ¡No podía! Y mi hermana venía y me levantaba. Siempre conmigo. Era todo para mí. Pienso en los médicos que me decían que tenía una ínfima posibilidad de salvarme… no puedo hablar porque me pongo a llorar. Ese llanto corresponde a lo que soporté.