Betiana Blum, una actriz lejos del retiro
Acaba de estrenarse El buen retiro, una serie comandada por cuatro actrices de primer nivel que interpretan a personas mayores. Entre ellas, Blum, quien en la siguiente charla repasa su carrera.
En El buen retiro, una serie que acaba de estrenarse por streaming, Betiana Blum (83 años, 23 de julio de 1939, Charata, Chaco) interpreta a Julieta, una de las cuatro amigas que dan forma a la historia, que es más o menos así: Norma (Mirta Busnelli) es viuda, tiene una casa enorme y un ACV que la deja postrada. Creen que no vivirá mucho más. De hecho, su hijo Martín (Luciano Castro) pone la casa en venta y duda si dejar que su madre muera ahí o en una clínica. Las amigas de Norma, y acá aparecen la mencionada Julieta, además de Lili (Claudia Lapacó) y Elsa (María Leal), se instalan en esa casa para acompañarla.
No adelantaremos más. Diremos que es una buena serie de 8 capítulos (40 minutos en promedio cada uno) para pensar la vejez y la importancia de cumplir los sueños. “En las casas -dice la voz en off de Busnelli cuando empieza El buen retiro– viven las personas, y con ellas viven los secretos, las traiciones, las pasiones. Podría decirse que de eso se trata esta historia. De eso, y algunas cosas más”.
“Por suerte, tengo trabajo”, agradece Blum al comenzar la charla con Comunidad PAMI. Su tos irrumpirá por momentos: “uso mucho la voz”, justifica. Y dice que entiende a la actuación como una profesión llena de vaivenes laborales (y económicos) que hay que saber sortear, pero que más allá de eso disfruta como siempre de la profesión.
-Pasa que a veces se suman varios trabajos en un mismo momento. A veces hay pausas. Así es nuestra profesión. Pero no me gusta ponerlo en un extremo. Mi trabajo es así. A veces se suman cosas; y por ahí aparece una pausa. No me gusta dramatizar. No niego los problemas, los veo, pero no pongo mi atención ni mi acento en eso.
-¿Sos una persona optimista?
-No sé si optimista. Vivo con agradecimiento. Soy así. Mi regularidad laboral, creo, se debe a una relación amorosa, de aceptación, de amor, con la gente. Cosa que agradezco profundamente. Es el mayor premio que una puede tener en la vida.
-¿En qué te marca esta nueva serie, El buen retiro?
-Me encantó. Cuando me dijeron con qué actrices iba a trabajar sentí una alegría enorme, un placer. Mi personaje es el de una mujer con una vida difícil. Llena de mentiras. De tapar un agujero con otro y así. La verdad, muy interesante.
-Es, a la vez de una historia sobre la vejez, también una historia de traiciones.
-Es terrible traicionar a una persona que uno quiere. Es una escena muy linda esa en la que se revela la traición. Muy linda pero también muy dolorosa. Imaginate, una amistad de tantos años…
-Pero a pesar de ocultar algo que pasó, los dos personajes ya lo sabían.
-Uno sabe todo. Si observás la vida, vas a ver que uno sabe. O al menos lo intuye. El tema es que para algunos a veces es mejor no saber.
-Sos una actriz querida y respetada. ¿Por qué?
-Tal vez se deba a la sensibilidad y a la entrega para meterme en una situación.
-¿Qué querés decir con la entrega?
-Ponerme en la situación, entregarse y no estar pensando tanto. En vez de actuar una escena, intento vivirla. La actuación es algo más técnico, bien hehco, pero te quedás afuera.
Si te animás a meterte en el personaje, a sentirlo, a sufrirlo si es necesario, entonces la gente lo percibe. Sinceramente, el tema es vivir la situación. Una sabe siempre que al fin de cuentas se trata de un trabajo, de una actuación.
-¿Es terapéutica la actuación?
-No creo. Para mí es más un acto de amor. Una se entrega, ama lo que hace. Al menos para mí, la cosa va por ahí. Soy una agradecida a la profesión. Tengo mucho agradecimiento. El amor que recibo de la gente es inmenso. Me confirma que si una hace las cosas desde ese espacio, te vuelven. Agradezco, bendigo el amor de la gente.
–En lo personal, y por tema generacional, te descubrí en Esperando la carroza. Qué te significó esa película?
-En mi carrera, no significó nada. Siento que fue una película más que hice. Eso no quita que la recuerdo de muy buena manera, porque la trabajé mucho. Sobre todo por la experiencia de trabajar junto a Alejandro Doria, un profesional maravilloso. Entiendo que la gente amó esa película y la convirtió en lo que es. Eso me produce alegría. Tanto como el hecho de que pase de generación en generación.