“AMO TRANSMITIR EL LEGADO DE MI ABUELO PICHUCO”

Francisco Torné, nieto de Aníbal Troilo, cuenta en el Día Nacional del Tango cómo trabaja para que el legado de los grandes tangueros perdure en el tiempo y se expanda por el mundo. 

“La ternura es lo que me dejó el abuelo. Era algo que le salía muy natural. Por ejemplo, en la forma en que te daba un beso. No era un beso tirado al aire. Te lo daba con todo el cariño. También recuerdo su perfume. El aroma de agua de colonia muy natural a la mañana”. Así recuerda a Aníbal Troilo -Pichuco- su nieto, Francisco Torné, cuando habla con Comunidad PAMI

Francisco ahora tiene 60 años y desde hace tiempo se encarga de difundir la obra del legendario tanguero que, en la formalidad, era su abuelo político, ya que se había casado con su abuela, Zita. Troilo y Zita (cuyo nombre era Ida Dudui Kalacci, de nacionalidad griega) constituyeron una de las parejas emblemáticas de la cultura tanguera. Ella lo sobrevivió 22 años: Pichuco murió el 18 de mayo de 1975. Para entonces, Francisco tenía 15 años y, cuenta, “los últimos seis o siete los recuerdo muy bien. Los anteriores, los fui reconstruyendo”.

Reconstruir a Troilo es como armar un rompecabezas interminable. Porque fue un artesano de canciones y músicas. El bandoneón nunca fue el mismo una vez que él lo acarició hasta sacarle brillo y sonidos. A sus 10 años escuchaba a los músicos tocar en bares de Palermo. A los 11 se animó a tocar en un bar del Abasto, después de que su madre, Felisa, le comprara uno en cuotas. Dejó como legado una obra impresionante que apenas podría resumirse en Garúa o La última curda. Su Orquesta Típica es otra referencia. Fue amigo de Homero Manzi, uno de los mejores poetas de la cultura argentina. Pichuco y el bandoneón son tan dos en uno que el 16 de junio se celebra el Día Nacional del Bandoneón, impulsado por su nieto, junto al poeta Horacio Ferrer, por la fecha de su nacimiento. 

Pero hoy es viernes 11 de diciembre y lo que se conmemora es el Día Nacional del Tango, en relación a los nacimientos de Carlos Gardel y Julio De Caro. La fecha sirve para que en el Paseo Aníbal Troilo, en la vereda ampliada de Diagonal Roque Sáenz Peña entre Carlos Pellegrini y Suipacha, emerja una escultura en su honor: un conjunto de placas de hierro de dos centímetros de espesor que -dispuestas en forma de abanico- forman la figura de Pichuco. El hecho también motiva recordar al bandoneonista a través de su nieto, Francisco Torné, con quien se produjo la siguiente charla.

¿Qué significa para vos transmitir el legado de Aníbal Troilo?
Es un honor y una responsabilidad. Yo lo conocí y después de su muerte yo hablaba mucho con mi abuela, que lo sobrevivió 22 años. Charlaba todos los días, me contaba historias fantásticas que vivió ella.

¿Qué destacás de ese abuelo tan talentoso?
Que era una persona generosa en todo sentido. Muy dedicada a su público. Tocaba con placer pero para la gente. También me dejó la ternura. 

¿Podrías contar alguna anécdota con Pichuco?
Hay un montón. Pero recuerdo una en particular: cuando íbamos a una confitería era normal que tardáramos en llegar por el asedio. Era un asedio tranquilo, de gente que le preguntaba cosas. ¡Lo paraban tanto! La idea más completa la tuve con mi abuela, que me contaba las vivencias. Era un tipo que estuvo con los presidentes, con las grandes figuras. Era un faro cultural de Latinoamérica. Los artistas iban a verlo. Era muy convocante, una persona a la que nadie le decía que no. Tenía lo que quería. Eso dificultaba ser la esposa de esa figura. Además él tenía eso de decir que iba a comprar soda y volvía a los tres días.

¿Qué recibís de la gente cuando se lo menciona?
Lo que recibo siempre son recuerdos y me sigo sorprendiendo, porque me aparecen nuevas anécdotas. Como que una vez tocó en un pueblo pobre de Salta en el que no tenían escenario y después del show donó su cachet para que armen uno. 

Y hacía un culto de la amistad.
Le daba mucho valor a la amistad. Amigos, tuvo muchos. Los consideraba hermanos. Sentía un desgarro tremendo cada vez que moría alguno. En los últimos años se volvió más melancólico.

Un porteño de ley, ¿no?
Sí. Su patrón eran las calles Paraguay, Callao, Corrientes. Paraná y Corrientes. Hay una anécdota que contó Edmundo Rivero: se juntaron en el departamento de Paraná y Corrientes una noche de verano, en los años 40. Era un segundo o tercer piso. Abrieron las ventanas para ensayar y se quedaron hasta la 1 o 2 de la mañana. A veces hasta las 4. Cuando terminaron escucharon aplausos desde la vereda. Era la la gente que salía del cabaret más los que iban a trabajar que se juntó a escucharlos.  Bueno, ese sentimiento tanguero lo mamé en mi ambiente.

Un ambiente melancólico.
Es que el tango, si repasás las letras, las poesías, siempre tuvo esa sensación de que el pasado fue mejor. Mi sensación es que los tangueros sentían todo el tiempo que el tango se terminaba. El conocido productor Ben Molar dijo, en los 60, que como el tango estaba muerto iba a hacer Los 14 del tango. Y juntó 14 poetas, 14 músicos, 14 artistas plásticos. Sabato con Pichuco, Borges con Piazzolla. Y así. El tango finalmente perdió terreno ante el avance de la música más pop, como El club del clan. El rock argentino le fue quitando lugar. Si en los 70 empieza a perder difusión cuando hay un trabajo muy grande de los grandes sellos que compran a los locales e imponen la música extranjera, en los 80, con la Guerra de Malvinas, el tango casi que apaga la luz. Con excepciones. Hasta que en los 90, con Astor Piazzolla en conciertos internacionales y la obra Tango Argentino se dio la posibilidad de pensar que el tango-escenario podía agradar a la gente. Hoy hay más milongas en Berlín que en Buenos Aires. Lo que más crece en el mundo es la danza del tango. El tango hoy no es masivo pero sí es universal.

¿Qué le aportan las redes sociales al tango?
Posibilitaron contar con toda la discografía y que haya un reencuentro temático. Además, la tecnología permitió mejorar el sonido. De todos modos, sabemos que el tango nunca volverá a ser popular como en los 40, aunque sí elevó su nivel cultural, ya que hoy no es solo un género popular sino una cultura. El tango es como música de culto. Está en la categoría del jazz. Es para determinado público.

¿Eso no lo aleja de la gente?
Bueno, uno de los problemas es que algunos cercenan al tango. 

¿Qué te significa continuar con el legado de tu abuelo?
Considero que es una forma de dar lo que uno recibe. Seguir escuchando anécdotas de quienes fueron nuestros precursores es hermoso. Muchas de esas cosas las contaremos desde hoy hasta el domingo en el Quinto Congreso de la Academia Nacional del Tango, que se podrá seguir en vivo por la cuenta de Facebook. Amo hacer esto que hago. No le busco una idea al concepto de por qué. Simplemente me siento bien haciéndolo.