Julia Zenko: 40 años cantando la vida
En charla con Comunidad PAMI, la cantante habla de su historia con la música, de sus colegas y de cómo vive su recuperación tras operarse por cáncer de mama.
“A Mercedes Sosa la admiraba por su condición de mujer valiente, entre otras cosas. Pude cantar con ella, abrazarla, reírme, comer, tomar, festejar, bailar. Fue alguien muy muy muy importante en mi vida, y lo sigue siendo”. Así comienza la entrevista con Julia Zenko, artista de la música, cantante de las grosas. La alusión tiene que ver con que Mercedes es la gran ausente de un más que interesante grupo de colegas con los que solía y suele juntarse. Entre ellos, Víctor Heredia, León Gieco, Teresa Parodi, Lito Vitale y Rubén Rada.
La charla se hace a través de videoconferencia en una semana movida para Zenko. Sus ensayos previos a presentarse en el Torquato Tasso junto al cantante Guillermo Fernández la tuvieron bastante ocupada. Ese show fue algo así como punto de partida para el 2023, en el que planea celebrar los cuarenta años desde la salida de su primer disco, Vital. Acaba de llegar de Oslo, Noruega, donde se presentó con la Ópera de Oslo. Pero a la vez venía embalada con presentaciones de su disco Vuelvo a ser luz, aparecido casi junto a la pandemia por Covid 19 y presentado streaming mediante.
Si estos años pandémicos fueron difíciles para todos, imaginen lo que habrán sido para Zenko. Tuvo que volver a operarse de un cáncer de mama justo cuando arrancaba la cuarentena. Ahora, en cambio, vuelve a sonreír. A dejarse llevar por la fuerza del optimismo que se autoimpone. Música y autofinanciamiento son sus banderas.
-¿Cómo se dio tu primer encuentro con Mercedes Sosa?
-La conozco de chica porque la escuchaba mucho. Mi hermano me acercaba sus discos. A mí me gustaba cantar con sus discos. Bueno, con sus casettes. Primero me entró por la voz y después, con los años, me entró por su decir, por su cabeza, por su pensamiento. Después la conocí personalmente, a través de Fabián, su hijo, en el auditorio de San Isidro, donde yo hacía presentaciones. Una noche me avisaron que estaba Mercedes. ¡Casi me muero! Vino al camarín a saludarme con Fabián, quien me producía un espectáculo infantil que hacía yo con canciones de María Elena Walsh. Me acuerdo perfectamente de ese día. Tanto como recuerdo cuando fui a verla al Ópera, al volver de su exilio.
-Aquel inolvidable regreso.
-Fue una noche de quiebre para la cultura argentina. Yo no era muy consciente de algunas cosas en esa época. Y eso que tengo en mi familia a una persona desaparecida desde el 78. Además, tenía un hermano militante. Recuerdo las mudanzas de familiares porque otros habían desaparecido, a mi vieja tirando libros y discos por temor. Mi hermano se casó muy joven para irse y militar tranquilo. Tal vez por la edad, no era consciente de lo peligroso que podía ser aquel recital. No se me cruzaba el miedo. Era muy dependiente, obediente, de mi mamá. Solía autoreprimirme al hablar o expresar lo que pensaba. Tuve muchos años de terapia. Cuando asumió (Néstor) Kirchner, esa imagen de descolgar el cuadro de Videla… recién ahí empecé a hablar. Nadie sabía de mi vida más allá de lo profesional. Tomé conciencia de lo que viví, de los dolores, las pérdidas, los miedos, la autorepresión. El miedo, el miedo, el miedo a hablar. No le echo la culpa a mis padres, pero en parte tiene que ver con aquello de “de eso no se habla”. De Miguel, mi cuñado desaparecido en Buenos Aires en el 78, no se hablaba. De hecho, ni había fotos de él.
-Aquella era a la vez una época de alegría, de recambio, porque se iba la dictadura, venía la democracia.
-En esa época, en los 80, veníamos de un tiempo tan duro, doloroso, que la canción, al menos para mí, venía por la temática del amor entre los seres humanos. Aunque siempre hubo enfrentamientos ideológicos, de formas de vivir, de pensar. Pero ahora está bravo, bravo. Hoy hay un enfrentamiento casi sin razón. Porque pienses o creas que el mundo debe ser de una forma, no podés enfrentarte con hermanos o seres humanos o personas que piensan diferente. Quién quiere un mundo con violencia, quién quiere una guerra. Sí, los poderosos, los comerciantes, los que se cagan en los demás. Pero en general la tendencia es vivir dignamente. Peleas y discusiones existen en todas las familias. Pero no tiene nada que ver con no hablarse. Se trata de ir por el mismo camino, por la dignidad humana, que tengamos comida en la mesa, un techo. Como las canciones Carta de un león a otro o Por qué no nos tratamos bien. Hablan de lo mismo. Hay canciones que hablan de cosas dignas, de la libertad.
-¿Cómo te definís en cuanto a estilo musical?
-Siempre fui ecléctica. Durante muchos años era fanática de Raphael, de Sandro, que en esa época eran considerados grasas. Sandro estaba mal considerado. La gente del rock, como la del tango, era muy cerrada. Pero a medida que pasaron los años, abrieron su cabeza y empezaron a fusionarse. Mercedes tuvo mucho que ver con el intercambio entre artistas de diferentes géneros musicales. A mi siempre me marcaron como cantante melódica, pero yo no era melódica. Lucía Galán o Valeria Lynch eran melódicas, pero yo no.
-¿Cómo estás de salud?
-Por suerte en un rato tengo terapia… Ja ja Descargaré ahí todo lo que pueda. En realidad, fue una seguidilla de cosas: a mediados de 2015 partió mi mamá, en febrero de 2016 me hicieron la primera operación de cáncer de mama. A fines de 2019, en plena pandemia, me volvió el cáncer, y tuvieron que operarme nuevamente. Pero estoy viva, estoy acá, haciendo los chequeos necesarios y pensando que ya está, que hablo en pasado. Estoy sana, como dice mi médico.
-De transmitir un mensaje, ¿qué dirías?
-Que por suerte, si lo agarrás a tiempo, todo se puede tratar, que hay grandes posibilidades de curarse. Siempre digo que la recuperación tiene que ver con las ganas de vivir y el pensamiento positivo. Recuerdo que entré al quirófano con mucho frío, temblando, una mezcla de frío y miedo, y de repente sentí como un calorcito en los pies, antes de que me pongan la anestesia, y empecé a sentir agradecimiento a la vida. Me puse a cantar Gracias a la vida en el quirófano, antes de la anestesia. La recuperación física y mental no es fácil, pero empecé a cantar rápidamente. De hecho, presenté el disco por streaming. La recuperación física fue muy rápida, el tema es ir sanando la cabeza.
-¿Qué es cantar para vos?
-Canto desde que era muy chiquitita. Hace poco digitalicé un disco que tenía guardado con una versión mía de El orangután hecha a mis 6 años. “Ahora Julia, una eximia cantante…” dice el presentador de una fiesta familiar. Evidentemente la canción ya estaba en mí. En casa se cantaba todo el tiempo. Mi papá, mi mamá. Mi hermano escuchaba música todo el tiempo. Sigo siendo tímida. Se ve que en mi caso el canto era mi forma de expresarme, de divertirme, de ser feliz. Era un juego. Tiene que ver con algo muy de adentro, me gusta.
-¿Cómo te sentís a tus 65 años (30/10/57)?
-Muy bien. Recién llegada de cantar en un homenaje a (Astor) Piazzolla en Noruega. No es la primera vez que canto en la Ópera de Oslo ni en Noruega. Parte de mis giras siempre tienen que ver con Noruega. Antes hacía muchas giras. Desde el 97 al 2007, fueron casi diez años seguidos de gira por Europa, Estados Unidos, Japón. Soy afortunada. Hace poco estuve en Colombia, en Galicia (España), Dinamarca. Ojalá sigan apareciendo países para conocer e ir a cantar, que es lo que me gusta en la vida.
-¿Te gusta vivir sola?
–Hace años que vivo sola. Con mis dos gatas, Fionna y Cocó. La mayor parte del tiempo me gusta vivir sola. Hay momentos en los que me gustaría compartir algo con un ser humano, momentos en que se necesita el abrazo, la contención. Algún domingo al atardecer. Pero la verdad es que amo la libertad de no tener que dar cuentas a nadie.
-¿Algún preparativo especial para el 2023, cuando se cumplen 40 años de tu primer disco, Vital?
-Estoy armando un espectáculo que se va a llamar Vital – 40 años. Será en un teatro. Un repaso de mis 40 años de carrera y especialmente de ese primer disco, que me marcó. Dentro de esto, algo que me hace muy feliz es que algunas cosas las estoy autofinanciando. Como por ejemplo un video musical. El otro día, cuando ví los créditos, fui muy feliz al leer: Producción ejecutiva: Julia Zenko