A poco de cumplir los 76, el actor Rudy Chernicoff destaca todo lo que aprendió sobre las nuevas tecnologías durante la cuarentena. Le falta -dice- mejorar su desempeño en las redes sociales, pero eso no lo amilana para seguir trabajando y divirtiendo con su humor por streaming. Sobre el piano como compañía, la infinita cantidad de shows que realizó a lo largo de su vida y el fútbol, del que es un apasionado, habló con Comunidad PAMI.

Vaya uno a saber si el humor de Rudy Chernicoff es por estas horas el mismo que tenía hace pocos días, cuando Comunidad PAMI hizo esta entrevista. Es que Rudy es un fanático empedernido de Boca y resulta que unos días después, cuando se publica esta nota, Boca había sido eliminado de la Copa Libertadores. Así que mejor hoy no preguntarle nada y quedarnos con las risas, chistes, afecto, charla sin apuro y la mejor predisposición.

“Hay que recuperar la risa”, opinó al referirse a estos tiempos pandémicos, en los que él también resignó encuentros físicos con los afectos. “Y eso que soy muy de abrazar. Me gusta abrazar a mi gente”, se describe desde su casa del barrio de Agronomía, donde vive.

La charla con Comunidad PAMI se desarrolla en el límite de un viaje a Villa Gessell, donde presentará un espectáculo con los cuidados que impone la situación mundial ante el Covid 19. Durante 2020 le encontró la vuelta al streaming, tal como imponen los tiempos que corren y acompañó a PAMI en una campaña contra el viejismo.

 

Con mayor o menor exposición, no paraste de trabajar.
Estuve en España desde el 2016 al 2019. Hace 30 años que trabajo en Europa: Italia, Francia y España. Además en esos países tengo familia. Volví justo para las elecciones y tuve trabajo en la costa durante todo el verano, pero la cuarentena me agarró acá. Soy como un actor internacional, ¿no?

Internacional y en muchos rubros.
En los 80 hice mucha tele, mucho cine, mucho teatro, mucho todo. Ahora lo que quiero es recuperar la risa. Lo hago mezclando historias mías o contando al Inodoro Pereyra, del Negro Fontanarrosa. Ahora hago a un nene de 6 años que se va de vacaciones con mamá y papá y los vuelve locos. Es muy divertido. Me divierto. Y es al aire libre. El contacto con la gente es fundamental. Calculo que entre espectáculos de teatro, revista casamientos, cumpleaños, café concert, debo llevar aproximadamente 10 mil presentaciones.

¿Llevás la cuenta?
Sí. Mirá: hice 4 años de revista en el Maipo y en el Astros, 14 funciones por semana. 50 al mes. 600 por año. 2400. De El señor del baño hice 2000. Y hay otros espectáculos. Laburé en Cuba, Chile, Colombia, México, Estados Unidos, España, Francia, Italia. Paraguay y Uruguay. Entre todo, calculo que habré hecho aprox 200 funciones al año. Hace 55 que actúo. ¡No! ¡Qué 55! ¡56! Y la cuenta da perfecto. Eso que no cuento televisión, tiras ni cine. A veces me pongo a contar y en joda me digo “¿estaré mintiendo?”.

¿Y qué te contestás? ¿Estás mintiendo?
No, para nada. A El señor del baño sumale tantas otras. No sé si no me quedo corto.

¿Sos de tener buen humor?
En general tengo bastante buen humor. Soy calentón. Pero aprendí a tener buen humor, a ser sabio con las cosas que me dan bronca. No siempre lo logro, pero a veces sí.

Suele decirse que detrás del humorista hay mal humor.
No es verdad. Pero no soy humorista. Básicamente soy un actor que hace mucho humor. Mi vida ha sido de actor y no de humorista. Pero dicen las malas lenguas que hay humoristas que son depresivos. No opino eso. Opino que hay depresivos que se dedican al humor.

¿Cómo llevaste la primera etapa de la cuarentena?
Muy guardado. Hice algunos streamings desde mi casa, varios Zoom. Estuve muy activo. Toqué mucho el piano. Me dediqué a cosas que no me hubiese dedicado sin cuarentena. Me la banqué bien. Azorado, obviamente, con lo que pasa en el mundo. Pasé un momento de humor discepoliano. Las nuevas tecnologías me permitieron cosas que jamás pensé que iba a lograr. Aprendí mucho. Aprendí que algunas cosas puedo y otras no. Hacer un Zoom puedo, un Skype puedo. Puedo recibir y mandar mails. Videollamadas, puedo. Todo eso que no era mi fuerte, lo aprendí. No soy Bill Gates pero me las rebusco bien.

¿Y qué es lo que no podés, por ahora?
Varias cosas. Por ejemplo, me cuesta la interacción entre los mails y el WhatsApp. Pero así y todo hice muchísimos videitos cortos. Los últimos son en joda, como cuando hablo de la vacuna rusa y de la gente que la critica. Estoy flojo con las redes sociales. Eso me falta: Instagram, Twitter. Con Facebook estoy mejor. Te diría que con Facebook bastante bien.

¿Qué te permitió ver la pandemia?
Que el mundo está absolutamente dado vuelta. Que no es verdad que la pandemia sea tan democrática en cuanto a que ataca a todos por igual. Puede ser, pero la manera que tienen unos y otros de zafar es diferente, creo. Lo que desnuda la pandemia es que la pelea de fondo aún no llegó. Porque la injusticia que hay es tan grande, tan grande, tan enorme, que la pandemia desnudó también esto.

¿Te cuesta la falta de contacto físico?
El abrazo es lo que extraño. Los besos. Las reuniones con amigos y amigas. ¡El sexo! Las cosas sensoriales. Eso me pega mal. Soy muy de abrazar, de besar, etcétera, etcétera, etcétera. Y ahora otra de las cosas que me pasa es que ando no obsesivo pero tengo mis miedos. Trato de llegar bien a la vacunación. Supongo que me vacunaré, tal vez como regalo de cumpleaños. Eso: que me regalen la vacuna para mi cumpleaños.

¿Cómo imaginás la celebración de tu cumpleaños?
Viajé tanto que no tengo una rutina para celebrarlo. El año pasado lo pasé en Villa Gessell con mi gente. No me disgusta cumplir años. Me gusta la ceremonia del cumpleaños: la velita, la gente que te canta. Soy muy emotivo, más que sentimental. Me muevo mucho por las emociones. Tal vez demasiado.

¿Sos de llorar?
Sí, pero no mucho. De vez en cuando me entrego tranquilo al llanto y soy de llorar de risa. Literalmente. Me tiento. No puedo disimular la risa. A Fontanarrosa no lo puedo leer en público porque no paro de reírme. Los cuentos del Negro los vuelvo a leer pero no puedo parar de reírme.

¿Cuándo lloraste por última vez?
Anteayer. Pero lloré de emoción. Soy de llorar más de emoción que de tristeza. Resulta que leí unos cuadernos que escribí entre los años 2011 y 2012 sobre cosas que hice y me puse a llorar de emoción. Escribo mucho. Desde tiempos inmemoriales. Y la última vez que me reí muchísimo fue cuando un gran amigo, al que no voy a nombrar porque es muy conocido, me llamó y me dio una definición: “Dicen que Larreta es Macri, pero asintomático”, me dijo. Y no sé: me hizo reír.

¿Eras muy amigo de Fontanarrosa?
Si. Además hice sus cuentos en teatro, en el año 81. Las Memorias de un wing derecho, que origina la película Metegol. Lo conocí en el 76, en Rosario. Fue a verme a un espectáculo y nos hicimos muy amigos. Hice muchos monólogos suyos. Creo que el Negro es como Diego. No miraban lo que vos y yo mirábamos. Miraban desde otro lado.

¿Cómo te pegó la muerte de Diego?
Muy fuerte. No era amigo de Diego pero hice una función para los jugadores del seleccionado en Trigoria, durante el Mundial de Italia, en el 90. También tuve un programa sobre Boca, en el que le hice entrevistas a Diego. Y un hijo mío, Javier, jugó en las inferiores de Argentinos Juniors. Como jugaban las divisiones inferiores juntas a menudo venían Don Diego, Doña Tota y el mismo Diego. Soy muy futbolero. Enfermo.

¿Futbolista frustrado?
Jugué en el equipo de actores durante 20 años. Jugaba de 5. Jugaba con Grandinetti, Carlín Calvo, Facha Martel, Huguito Arana, Aldo Barbero. Entrenábamos y todo. Entrenábamos una vez por semana y jugábamos los sábados.

¿Eras bueno?
Mejor te cuento uno de Fontanarrosa…