Imagen: Pascual Belvedere, Telam

«El arte es necesario para la humanidad»

Pintora de barrio y de personajes barriales y expositora del mundo (literal), Marcia Schwartz es también una máquina de soltar ironías y originalidades. “Los aeropuertos son como lugares del mal”, dirá a Comunidad PAMI durante la entrevista que sigue. Se explicará al decir que ahí, en los aeropuertos, sobran policías y sobran documentos y sobran planillas y sobran papeles para firmar. “No hay nada placentero en eso.  Es una cosa siniestra”, redoblará la apuesta antes de reír con ganas.

Marcia Schwartz nació en Buenos Aires el 24 de marzo de 1955. Fecha y año emblemáticos. Por un lado, el día y el mes: el comienzo de la dictadura militar de la que tanto renegó, en 1976: “Justo cumplía 21. Qué fecha horrible”, recuerda. El año es el del derrocamiento de Juan Domingo Perón y el comienzo de su proscripción y de más dolor para la historia argentina. Pero ahora estamos a fines de 2021. El tiempo pareció correr por la pandemia y la pandemia enseñó nuevas modalidades. Entre ellas, exponer y vender cuadros por Zoom. Schwartz se refugió en la tranquilidad de su hogar-estudio en el barrio de San Telmo. A veces acompañada de su hijo, casi siempre sola.

Tiene 66 (“la edad del diablo”, ironizará). Su hijo se fue a Francia y ella, de nuevo sola, dice que está “bastante bien”. Pinta, prepara muestras, planifica, lee. No la pasa mal, acota. Aprovecha el privilegio de la terraza propia en una Buenos Aires en la que las terrazas son cada vez más un privilegio. Cuida sus plantas y flores. Y sigue pintando.

«Lo mío es como una ventaja porque trabajo en mi casa, entonces pude seguir trabajando en la cuarentena. De hecho, no paré de laburar en mi obra. Aparte tenía tiempo porque no había que cumplir con compromisos cotidianos. Pero lo demás era una pálida. Extrañamente salió una muestra en Nueva York. No pude viajar pero pudieron ir las cosas. Vendí todo. Fue raro. No me cae mucho la ficha».

¿Qué cambios percibís en la comercialización del arte?

No me gusta cómo están armadas las bienales, las ferias. Pero todo sigue funcionando igual. Lo que veo es que hay espacios nuevos y chicos en barrios como Colegiales, Chacarita, La Boca que pueden exponer en espacios autogestionados. Eso está bueno. Porque la autogestión permite que los pibes no estén pendientes de un galerista que les dé bolilla o que los acepte en un… Centro Cultural Recoleta, por ejemplo. Hoy los pintores tienen más opciones para exponer.

En tiempos de pandemia expusiste y vendiste pinturas por web. ¿Cómo fue la experiencia?

Fue raro en este contexto que se venda una pintura, que se exponga por Zoom. Extrañísimo. Pero estos son tiempos raros. Todo es extraño. Ni siquiera ahora hay gente que viaje; yo no viajo ni en pedo. Tengo las dos vacunas, pero no viajo. Aparte está la paranoia de agarrarte algo.  Ni a Brasil ni a Miami, a ningún lado. Lo mejor es quedarme en casa o, a lo sumo, viajar dentro del país. Conocí gente que se fue y luego no podía volver. Lo sabían, pero se iban igual. El turismo se volvió una cosa de consumo que le metieron a la gente en la cabeza y hay gente que cree que si no viaja se pierde algo fundamental de la existencia. Te lo imponen como tantas otras cosas. El consumo es viajar, conocer, conocer, conocer. Se vuelven como reyes mirando la montaña. O el shopping en Miami. Una cosa horripilante que no hago acá ni loca y menos en otro lado. No digo que no viajes o que no tengas inquietud de ver otras culturas. Pero hay gente que viaja a países como Malasia sólo porque sale más barato que ir al mar del sur en Argentina. Y si vas en avión, los asientos son cada vez más chiquititos. Y con la pandemia peor, porque hay que viajar con el barbijo.

¿Se acabó la pandemia?

No creo. Los epidemiólogos dicen que no se acaba. No quiero ser apocalíptica, pero se siguen haciendo las cosas mal en otros ámbitos. Se queman los bosques, se destroza la selva, se maltrata a los animales. Falta agua. Me parece que se viene un cambio de era muy fuerte y nada propicio. Los países más ricos son los que más destrozan. No sé qué se puede cambiar de esto si el 1 % tiene la mitad de la guita del mundo.

YO FUI TESTIGO

Schwartz Militó en la Juventud Peronista y se exilió en España durante la dictadura argentina. Volvió en democracia, ya en los 80, ilusionada con la primavera alfonsinista. Pasaron los años y llegó Menem. Pasaron más años y llegó el macrismo. Ahora, dice, le atemoriza que ese mismo macrismo vuelva al poder.

¿En qué ayuda el arte en este contexto?

El arte es necesario para la humanidad, pero esta sociedad se vuelve muy deshumanizada. Muy comercial. La gente asocia al artista con un boludo que vende cuadros. Hoy se le da más bola al fútbol, que está en todas partes. El fútbol es una alienación. No parece algo tan vinculado a la alegría sino a la alienación y al negocio. Si sos pintor sos un boludo y si pateas la pelotita sos un genio.

Suele decirse que en tus pinturas reflejás a gente marginal. ¿Es así?

Si pinto a un pibe de barrio, el pibe de barrio no es un lumpen. Pero el mundo del arte es tan estrecho, tan ligado a una cosa oligárquica, que ve un pibe o una señora haciendo una compra y piensa que es lumpenaje. ¿Qué tiene que ver eso con el lumpenaje? Hay una mirada de clase horrible. Es loco cómo el prejuicio puede hacer esas cosas. Es un mundo muy chico con prejuicios estúpidos.

¿Cómo se difunde el arte si no se lo vuelve popular?

¿Cuál es el único diario que le da pelota al arte?: La Nación. Y una bola relativa. Acá no existe una guía diaria de exposiciones en galerías, como en Brasil. Internet beneficia mucho a la exposición porque antes no se enteraba nadie de lo que hacías. Tenías que suplicar por una reseña en Página 12. Si no no se enteraba ni magoya. El mundo de la pintura es muy particular.

¿Qué puede decirnos una pintura?

La pintura no te explica nada. Es un espacio abierto, de interpretación, de sensibilidad. Te pega en el ojo, en el cerebro y en la emoción y cada uno puede ver algo distinto. Un cuadro es una ventana a otro mundo, el mundo del pintor. Puede ser una cosa muy abierta y muy genial. La palabra, en cambio, es más abierta, te puede explicar, viene digerida. La pintura, no. El de la pintura es un mundo bastante mágico.

¿Qué te da la actividad de pintar?

Es una felicidad. Pero tampoco se trata de pintar y pintar. También hay un compromiso, y una búsqueda, y una concentración. No es fácil.

Y pensar que algunos resumen todo con emoticones…

Ja ja… los emoticones son como una especie de máscara de que todo tiene que ser lindo, de que todos tenemos que ser felices. Es como una infantilización que prendió muchísimo. Tiene que ver con la parte oscura de internet. Como si todo en la vida fuese una fiesta de 15.