“Cuando la tribuna gritó Argentina, Argentina se me aflojaron las piernas»

Elba Selva se anticipó a todos. Fue la figura de la cancha en un partido contra Inglaterra durante un Mundial femenino en 1971. Hizo cuatro goles. Maradona recién la empezaba a romper en los Cebollitas. Hoy se cuida mucho, pero no se olvida de hacer actividad física. “A nuestra edad quedarse sentada frente al televisor no es bueno”, recomienda.

 

Hay una historia poco conocida del fútbol argentino que sucedió hace mucho y que protagoniza una mujer. Esa mujer se llama Elba Selva, tiene 76 años y ahora vive en General Rodríguez. Resulta que Elba se anticipó a Maradona. Le hizo cuatro goles al seleccionado de Inglaterra  (el partido terminó 4 a 1) en el Mundial femenino de 1971, en México. 

Para jugar aquel torneo no oficial, el seleccionado argentino viajó patrocinado por la empresa de bebidas alcohólicas Martini, que pagó los gastos de vuelo, hotel y vestimenta de las seis selecciones participantes. Participaron México, Argentina, Dinamarca (fue el campeón), Italia, Inglaterra y Francia. “Fuimos con lo puesto. No teníamos nada. Todo nos lo dieron en México”, recuerda Selba en diálogo con Comunidad PAMI. Las chicas argentinas no tenían ni director técnico. El ex futbolista Norberto Rozas, que vivía en México, se ofreció para dirigirlas y ellas aceptaron.

Elba fue noticia en los últimos años debido al avance que tuvo el fútbol femenino. No solo por los goles al seleccionado inglés, sino porque fue una de las pioneras para que las mujeres puedan jugar -y bien- al deporte más popular. 

Ahora vive junto con su hermana Mirta en una casa con huerta en General Rodríguez, al oeste del conurbano bonaerense. Se levanta temprano para salir a caminar a ritmo rápido o andar en bicicleta. Siempre con barbijo. No quiere dejar de lado la actividad física. “A nuestra edad quedarse sentada frente al televisor no es bueno”, recomienda.

La naturaleza la ayuda a distraerse. Desde que empezó la cuarentena evitó los riesgos y hasta se acostumbró a utilizar una mesa para rociar de lavandina todo producto que llega a la casa. Ni una vez fue al centro de General Rodíguez a hacer compras. Dejó esa costumbre para cuidarse. Celeste, su sobrina que vive en la casa de al lado, se encarga de las compras. 

Los primeros tiempos de encierro fueron tranquilos pero el paso del tiempo provocó desgastes. Entre ellos, el del cansancio. Estaba acostumbrada a jugar ping pong, tejo y newcom en el centro de jubilados Mi rincón. “Pero un día vino un señor a decirnos que se cerraba todo hasta nuevo aviso. Eso me generó incertidumbre. No sabía qué pasaba”, recuerda, porque esas actividades le eran fundamentales. 

La solidaridad también fue una forma de actuar en estos meses. “Nos traen telas y hacemos barbijos para quienes trabajan en los merenderos o donde los necesiten”. Y agrega: “Me siento muy bien al colaborar”. También dice que “los argentinos somos solidarios, hacemos mucho para salir adelante”.

Los videos para hacer ejercicios que les mandan los profesores del centro de jubilados suman para moverse. Pero hay otras cosas que son difíciles de resolver. Entre ellas, los encuentros con los seres queridos. “Tengo a mi familia en el barrio de Villa Lugano. Los quiero ver, abrazarlos. Antes pasábamos los domingos juntos. Es una de las cosas que más extraño”, señala. 

“Le pido a la gente que se siga cuidando, aún más que antes. La situación está difícil. Hay que pensar en los familiares más íntimos, en los que conviven con uno”, suelta antes de hablar de la esperanza que le genera la aparición de la vacuna.

Casi al terminar la charla sale de nuevo el tema del fútbol y de la goleada a los ingleses. Y dice: “Cuando vi a la tribuna gritando ‘Argentina Argentina’ se me aflojaron las piernas. Es algo que no me voy a olvidar”.

Así que se anticipó a Diego…

¿No será que Maradona se copió de mí?