En mí ya larga vida, vi muchas cosas y fantasee con otras, temí ataques nucleares, guerras, consecuencias climáticas, y siempre sentí, por circunstancias de mi crianza que veía la vida como adentro de una pantalla televisiva. Como no partícipe de ella. Créanme que en esta oportunidad y lamentando las circunstancias me siento en medio del teatro de operaciones. Comencé esta cuarentena de manera casi natural, antes que fuera obligación y tengo momentos de angustia y miedo, por mis hijas que están trabajando en salud. Extraño terriblemente a mis nietos, pero a otros momentos los paso con cierta naturalidad. Tengo ansiedad por ver una luz en el camino y temor por tener que atravesar el pico de pandemia que aseguran viviremos. Sé que cambiaron mis prioridades totalmente. Añoro abrazos, presencia, charlas personales con café de por medio. Tengo la enorme bendición de compartir esta cuarentena con mi compañero de ruta, con quien establecimos pautas de convivencia previamente. Siento que estoy más tolerante y más paciente. Sin duda, una experiencia inolvidable, que espero no repetir, pero deseo sentir que cuando esto pase haya servido para algo.
AUTORA: María Rosa Carrasco – Centro de Jubilados de Marcos Juarez