“EL VÍNCULO CON LOS PACIENTES SE REFORZÓ EN EL CONTEXTO DE LA PANDEMIA”
Médica de cabecera desde el 2015, Vanesa Rosales de la Quintana dice que trabajar para la obra social es un desafío por la magnitud de la tarea. “Me permite hacer un abordaje integral de las personas”, dice en esta entrevista donde cuenta cómo las nuevas tecnologías colaboran en la adhesión a los tratamientos y a mantener una relación más cercana con las afiliadas y los afiliados.
El consultorio donde trabaja Vanesa Rosales de la Quintana está ubicado en la icónica avenida Corrientes de la ciudad de Buenos Aires, entre llamativas marquesinas teatrales y librerías notables, pero también cercano a su casa: “Privilegié vivir cerca de mis pacientes, ya que a las personas afiliadas se les asigna la atención de un profesional cercano a su domicilio”, cuenta esta médica de cabecera que trabaja en PAMI desde el 2015.
Rosales de la Quintana tiene 35 años, estudió medicina en la Universidad de Buenos Aires, donde se especializó en medicina familiar. También realizó estudios de auditoría médica en la misma casa académica. En la actualidad está finalizando un ciclo de posgrado vinculado al envejecimiento activo y saludable de la persona mayor en la Universidad Nacional de Avellaneda.
“Es una especialidad nueva que apunta a la prevención de salud en la persona mayor, a prolongar su autonomía y, por lo tanto a disminuir su dependencia, mediante un abordaje multidisciplinario con profesionales de la educación física, médicos, psicólogos o asistentes sociales”, cuenta en esta entrevista para el Portal de Médicas y Médicos de Cabecera de PAMI.
Además, “es un campo de estudio y trabajo que jerarquiza el diseño de políticas públicas, y de programas de intervención puntuales a favor de las personas mayores”, puntualiza sobre su nuevo foco de estudio.
¿Qué implica trabajar como médica de cabecera de PAMI?
Lo maravilloso de PAMI es que es la obra social más grande de América Latina, entonces eso es un desafío profesional porque el resto de las obras sociales no cuentan con un volumen de personas afiliadas tan significativo. Valoro que PAMI brinde prestaciones sociales además de otorgar servicios médicos, porque eso permite construir un abordaje más integral. PAMI impulsa actividades físicas, recreativas, brinda prestaciones sociales, ejes que me parecen importantes.
¿En qué sentido fortalece su experiencia profesional?
En mi caso particular estoy interesada en la geriatría, que es parte constitutiva de la agenda de PAMI. Es evidente que hay un aumento en la esperanza de vida, las sociedades están envejeciendo. Una persona transcurre en la adultez mayor la parte más larga de su vida; por lo tanto, es importante que haya una notoria presencia pública para que las personas puedan cumplir sus sueños, desarrollar sus actividades y envejecer de forma saludable.
PAMI me permite como médica de cabecera hacer un abordaje más integral del paciente. La OMS declaró que la próxima década se enfoque en el envejecimiento saludable y la Argentina adhirió a ese pronunciamiento. El horizonte es generar una sociedad más equitativa, moldeada a favor de todas las edades. Una sociedad donde no haya discriminación por edad ni estereotipos en torno a la vejez, lo que se denomina “edadismo” o “viejismo”, expresó la Dra Rosales de la Quintana
¿Percibe que los cambios socioetarios son más evidentes?
Sí, claro. De hecho, ahora están ingresando a la adultez mayor la llamada generación X, integrada por las personas nacidas entre 1961 y 1981. Es un grupo poblacional donde la interpelación de los derechos femeninos está muy presente y que además tiene presentes las problemáticas de la juventud.
¿Cómo se modificó la relación con las y los pacientes a partir de la pandemia?
Al contrario de lo que se cree, los adultos mayores no tienen dificultades con la cultura digital. Entonces, gracias a las nuevas tecnologías, los vínculos con los pacientes se reforzaron. Es decir, ahora la consulta médica se puede producir en tiempo real. Un paciente me puede enviar una consulta mediante whatsapp y tiene la respuesta en tiempo real. Las consultas también pueden canalizarse mediante mensaje de texto, correo electrónico, videollamada o llamada telefónica.
¿Y esta situación reforzó los vínculos?
Sí, son más estrechos ahora. Porque no existe, como antes, la espera de aguardar un turno médico. En la actualidad, el paciente puede contar en el momento con una respuesta de su médico o médica de cabecera.
¿Cuál es su opinión en torno al impulso de la telemedicina?
La veo como una herramienta positiva, los pacientes han respondido muy bien a la plataforma que lanzó PAMI. Porque, quizás, el llamado telefónico prolonga la distancia al no poder distinguir la expresión facial del otro. Hay que valorar que la telemedicina es un instrumento que aplican los países llamados del primer mundo, entonces que PAMI la impulse sienta un precedente.
De hecho, la telemedicina es un tema que se aborda en los congresos de geriatría; incluso, ya hay posgrados de telegeriatría. En ese campo se aborda desde cómo gestionar una agenda hasta cómo lograr una conversación de forma asertiva a través de un medio digital como una computadora, también cómo lograr la adhesión de una persona que, quizás, muestre poca receptividad a la mediación electrónica.
La telemedicina es lo que se viene y la población adulta mayor, en su gran mayoría, no encuentra dificultades en el uso de nueva tecnología. La mayor parte cuenta con un teléfono celular o dispone de un correo electrónico y eso reduce la dependencia de recurrir con insistencia a un familiar directo. También me parece importante porque evita que las personas afiliadas deban trasladarse sí o sí desde sus casas o realizar una larga espera para poder contar con un auxilio profesional. No todas las consultas requieren de ese esfuerzo por parte de un paciente.
El hecho de que el nuevo coronavirus haya sido un foco de preocupación para las personas, ¿postergó la realización de las consultas médicas más tradicionales?
Sí, muchos pacientes, por precaución debido a la pandemia, decidieron demorar el chequeo médico anual o la consulta que realizaban a determinado especialista. En ese sentido, fue muy oportuno el lanzamiento del programa “Chequeate en casa” porque permite detectar con premura a pacientes de riesgo. Por ejemplo, las enfermedades médicas no transmisibles –como la diabetes, la hipertensión o problemas crónicos pulmonares o renales- tienen en común que comparten los mismos factores de riesgo: el tabaquismo, la falta de actividad física, la mala alimentación, el alcoholismo. Y, justamente, las políticas públicas que se implementan en ese sentido ayudan a fortalecer la atención primaria. De hecho, ese tipo de políticas públicas logran disminuir en un 80% la cantidad de casos de hipertensión y diabetes, y de cáncer en un rango del 40%.
¿Resulta dificultoso que las y los pacientes adhieran al tratamiento de enfermedades crónicas?
Veo que hay una buena adhesión de mis pacientes a los cambios de hábitos o a la incorporación rigurosa de determinados medicamentos. A los tratamientos los acompaño aconsejando un cambio en la pauta alimentaria e insistiendo en el incremento de la actividad física. Está comprobado que la actividad física durante la adultez mayor es muy buena para fortalecer los músculos, los huesos y morigerar el deterioro cognitivo.
¿Cómo puede contribuir PAMI a la reducción de las enfermedades no transmisibles?
Se previenen fortaleciendo el acceso a la salud, lo cual PAMI garantiza con el acceso gratuito a medicamentos, una medida que impulsó en su momento con mucha decisión el querido doctor Federico Kaski, y es espectacular porque les ahorra a las personas afiliadas 4.200 pesos mensuales. Después hay otras medidas que ayudan a un envejecimiento saludable; por ejemplo, otorgar seguridad a los ingresos del adulto mayor, o ayudar a fortalecer entornos inclusivos y ahí destaco el impulso del programa de “Casa activa”, que incluirá centros de día.
El fortalecimiento de los ingresos económicos de la persona mayor hace a una mejor calidad de vida y eso repercute de forma notoria en el estado de salud. La cuestión económica es un determinante clave en la agenda de la salud. Por ejemplo, el reconocimiento de aportes jubilatorios que ha implementado el gobierno a las mujeres mayores de 60 años con hijos que hayan realizado actividades de cuidado va en ese sentido. Se trata de una política importante porque la mujer ha desarrollado históricamente el cuidado de la familia y no ha tenido el reconocimiento oficial en el mercado laboral por haber realizado esa labor. En definitiva, el reconocimiento de derechos sociales refuerza el envejecimiento saludable de las personas.